Porque de aquel primer correo electrónico con escuetas informaciones que circulara por primera vez el 21 de febrero de 2004 para dar a conocer unos viajes de vino, Divinidades creció y evolucionó en contenido, en extensión, en madurez, en universalidad de su lectorado para ser una publicación online en toda regla  ---no un blog---  que ha sobrevivido por 15 años, todo un reto en estos tiempos pop-up.

Como los vinos de referencia hemos intentado mantener nuestra esencia, pero adaptándonos ponderadamente a los tiempos y a los vientos: poniendo eco a nuestra voz en redes sociales, como You Tube, pero también Twitter o Instagram, que nos ha llevado a nuevos públicos internacionales en estos últimos años, manteniendo Facebook, pero con una página que nos permite entrelazarnos con más voces aún y una imagen rejuvenecida, con un logo más simple, como más sucintas y gráficas han ido tendiendo también a ser nuestras coberturas, a tono con el ciber ritmo de la contemporaneidad en la que cada vez hay que decir más con menos, pero con mayor sustancia, por respeto al perfil de lector que nos sigue, que es exigente y prefiere dedicar su tiempo a no andarse con ligerezas.

Nuestra intención la define nuestro slogan, «cultura del vino para quienes no quieren vivirlo light», una máxima de nicho, pero con un nicho de interés muchísimo más serio, profundo y amplio de lo que muchos suponen y cuya validación nos enorgullece.

Esa madurez ganada tiene mucho que ver con algo muy importante que nos sucedió en este pasado lustro: haber pasado de juzgado a jurado. Porque si nuestra primera década el trabajo editorial valió a Divinidades dos premios internacionales de periodismo como fueron el Premio de Prensa del CRDO Cava o el Premio Nacional de Periodismo Gastronómico de España Álvaro Cunquerio, a partir de 2014 fue el turno de Viajes & Vinos de pasarse al otro lado de la ecuación al haber tenido el privilegio de ser invitado a integrar varios jurados internacionales de vino y gastronomía.