27 de julio 2016 - Novedades de Viajes & Vinos
En esta edición:
ALENTEJO: Adega Mayor
BAIRRADA: Quinta das Bageiras
PROTAGONISTAS - Essencia Porto y Top 10 Portugal
DOURO Y OPORTO: The House of Sandeman
OPORTO: Taylor's
DAO: Ribeiro Santo
TO WATCH: Betanzos y su Conexion Mandeo
DIVAS DEL VINO PORTUGUES: Sandra Tavares y Susana Esteban
Y además… Cacao Divine, Museo del Douro, Entrevista con el Marques de Vargas, La otra tabla de quesos gallegos, Bacardi Rum Pairing Experience, Puerta al Sol en El Corte Ingles, Lo nuevo de Krug, Vinos de finca canarios, Tapones de Finca, Vinos solidarios y Brainy Tongue.
Aunque muchos circunscriban el Portugal vinícola a los Oportos y a la región del Douro, casi a semejanza del peso superlativo que se asigna a Cristiano Ronaldo en su selección nacional de fútbol, lo cierto es que de acuerdo a lo demostrado en la Eurocopa, Portugal, en conjunto, es tan grande como algunas de sus partes.
Es lo que sucede en el vino que, a pesar de tener en la región duriense su imagen más prominente y piedra angular, posee a través de toda la geografía lusa, jugadores menos conocidos, que, de forma idéntica a lo sucedido en la Eurocopa, puedan ser valiosos, ingeniosos y determinantes a la hora de exponer el universo de vinos de calidad que se elabora y consume en Portugal.
Por ello, pocas oportunidades como Essência Porto ofrecen una plataforma tan útil para descubrir y profundizar en ese colectivo de botellas con que se brinda en Portugal. A lo largo de trece ediciones, Essência, el principal evento de vinos en ese país atlántico, ha venido exponiendo parte de la gran oferta de vinos elaborada y disponible allí, en un encuentro que ha permitido a profesionales y enófilos de todo nivel de conocimiento ir de la mano del desarrollo del mercado del vino en ese país, cuyos vinos ganan cada vez más prestigio y penetran en más mercados del mundo. De Polonia a Panamá, de Estados Unidos a España o Puerto Rico, los vinos portugueses incrementan su presencia y ganan adeptos que van descubriendo que Portugal en copa es mucho más que las de Oporto.
Además del mayúsculo encuentro en su emblemática sede del Palacio de la Bolsa que durante cuatro días reunió este 2016 en Oporto a más de 20 mil visitantes, 28% de los cuales fueron extranjeros, en los mágicos salones de este histórico recinto se celebró un amplio programa de catas comentadas que permitieron ir al detalle de una amplia temática que abarcó no sólo toda la geografía portuguesa, sino también la producción de otros países, dejando constancia de la internacionalidad de Portugal como destino gastronómico.
Así se repasaron grandes vinos del país y de zonas específicas como el Douro y el Dão, cosechas específicas como las de 2012 y 2013, castas específicas como la de los alvarinhos longevos, y los vinos de bodegas específicas como los tawnies de Sandeman o los single harvest de Graham’s. Hubo también catas introductorias a territorios como Bairrada; catas temáticas como la de Oportos blancos; una cata de copas Riedel; y otras que armonizaron o bien vinos de Oporto con chocolate, o distintas añadas de Casa Ferreirinha en el Douro y Quinta dos Carvalhais en el Dão con sabores de cocineros que laboran en el país. Las hubo también de etiquetas específicas como la vertical de Legado, un vino de Quinta do Caêdo en el Douro que sólo se elabora en cosechas excepcionales, y las dedicadas a vinos de fuera de Portugal como los cavas espumosos españoles de Juvé y Camps, los australianos de Penfolds, o los vinos de Sudamérica. Una oferta para todos los gustos y niveles de conocimiento. Y por supuesto, una cata exclusiva, para profesionales portugueses e internacionales, en que un escogido fue responsable de pasar revista por los vinos mejor puntuados de la revista WINE, para escoger los 10 mejores de todo Portugal. Un ejercicio al cual, por segundo año consecutivo, fue un privilegiado invitado Viajes & Vinos, como uno de los jueces de este conjunto de excepción.
Una ocasión que estrenó un recorrido no sólo por los vinos servidos en Essência, sino también por otros muchos que fueron emergiendo a través de distintas etapas del ciclo vegetativo de la vid, en encuentros con bodegas de distintos puntos de la geografía portuguesa, ubicadas en regiones productoras que están consolidando su prestigio como productoras de vino de calidad. De esta modo, esta edición deluxe de Divinidades se extiende, de norte a sur, ofreciendo pinceladas de la magnánima diversidad de los vinos de Portugal, y también de su excelencia.
Divinidades y Viajes & Vinos agradecen a Essência do Vinho su renovada invitación a formar parte del grupo de profesionales internacionales que participaron en el programa especial Essência Porto y tuvieron el privilegio de integrar el selecto panel profesional de cata que escogió los 10 mejores vinos de Portugal.
Silencio, concentración y un escenario histórico como marco. Frente a todo esto empiezan a desfilar conjuntos de copas, blancas, tintas, fortificadas que van relatando un año de intensas degustaciones a través de todo Portugal. Miles de etiquetas de vino cruzando lo largo y ancho del país, y que casi concluidos doce meses se han ido cribando hasta llegar a las más enaltecidas.
Allí, mirándolas como torero al toro, un panel de cata internacional integrado por sumilleres, comerciantes de vino, periodistas especializados y Masters of Wine se apresta a pasar minuciosa revista por el escogido de 53 finalistas que alcanzaron las más altas puntuaciones de 2015 de la revista Wine. Etiquetas que a lo largo de los meses previos habían recibido puntuaciones entre 18 y 19.5 puntos, es decir, un equivalente entre 95 y 98 puntos, lo que da una idea del cimero nivel de calidad del conjunto y lo competido de la selección final.
Nueve blancos, 31 tintos y 13 vinos fortificados para escoger los diez mejores, lo más enaltecido del vino portugués. Con agilidad pero con detenimiento, cada uno de los catadores, con trasfondos diversos, evaluó a ciegas y minuciosamente cada copa. Como ejercicio de convicción personal, sin interferencias de otros catadores, y aportando precisamente su diversidad de valoraciones para enriquecer al colectivo. Puntuaciones que, al igual que en 2015, revelaron un tácito consenso de los jueces en relación al conjunto de la selección. Viajes & Vinos tuvo el privilegio de haber sido una vez haber más invitado a integrar ese panel.
La decena de ganadores coincidió con muchos de los vinos mejor puntuados por Viajes & Vinos, aunque no siempre en el mismo orden de preferencia. Hubo, además, otros vinos que consideramos sobresalientes, que no llegaron a quedar entre los premiados. Para beneficio de los lectores los compartimos en esta edición.
Un dato muy interesante y a tener en cuenta es que a pesar de que el Douro acaparaba el mayor porcentaje de vinos entre los 53 finalistas, fueron los vinos de la región del Alentejo los que más posiciones ocuparon en el palmarès del Top Ten. Y por segundo año consecutivo, un Alicante Bouschet se alza con el premio al mejor tinto del país. Dos apuntes de mucha consideración sobre la evolución del vino en Portugal.
Vinos Fortificados
Mejor vino fortificado: Henriques & Henriques Tinta Negra 50 años (Henriques & Henriques, Vinho Madeira)
Avellana, abundancia de fruto secos y toffee, matices a pipas tostadas, e intensas notas especiadas a nuez moscada conformaron el bouque de este Madeira con aire jerezano, gran persistencia y marcadas notas salinas en boca.
Segundo lugar - Barros Colheita 1938
Una compleja nariz por la que desfilaron remarcados dátiles e higos, y luego aparecieron toffees, tabacos y frutos secos. Un vino de Oporto electrificante y con gran finura, en el que en boca hubo muchos matices a naranja amarga, abundante almendra tostada, notas especiadas, y salinidad, con un persistente retrogusto.
Tercer lugar - JMF Alambre 30 anos Moscatel de Setúbal
Un moscatel muy floral, meloso, con recuerdos de naranja y tostado fino en nariz. Una finura que continuó en boca donde entró elegante para luego estallar en matices.
Vinos Blancos
Mejor vino blanco: Mirabilis Grande Reserva 2014 (Quinta Nova de N. Sra. Do Carmo, Douro)
Viosinho, gouveio y otras variedades de uva de cepas superiores a 80 años son la génesis de este blanco que fermentóa en barricas de roble francés y húngaro y se crió nueve meses en esas mismas barricas y con sus lías, para dar un punto sobre maduro, algo acompotado y con pizcas ahumadas y a vainilla que constató en boca su pase por madera en boca, aunque sin excesos.
Segundo lugar - Soalheiro Primeiras Vinhas 2014 (DOC Vinho Verde)
Empresa familiar de cuatro generaciones, en Soalheiro, la marca de alvarinho más reconocida de Portugal, se plantaron las primeras viñas de alvarinho en 1974. De ellas salen las uvas que dan vida a este vino, un vino tan pálido de color como perfumado, con aromas cítricos, anisados, florales y algo melosos. Fresco, con buena acidez y una boca salina, fue fino y envolvente en el paladar donde mostró un final largo y complejo que se creció en copa, mostrándose cada vez más persistente y mineral.
Tercer lugar - Quinta dos Carvalhais Branco Especial (Sogrape, Dão)
Un blanco con crianza en madera, que no indica el año de cosecha, como ejemplo de la excelencia de la denominación. Finos tostados, tonos almendra, toffees delicados y frutos secos revelaron tonos de su pase por madera. Acidez moderada, buen volumen, un final elegante y mucha persistencia en boca.
Vinos Tintos
Mejor vino tinto: Júlio B. Bastos Grande Reserva Alicante Bouschet 2012 (Júlio Bastos, Alentejo)
Tinto de denso color con recuerdos aromáticos a compota de fruta madura que destacó por sus notas balsámicas con aromas a eucalipto y profusos mentolados que dieron paso a recuerdos torrefactos a café en polvo y canela. En boca mostró taninos aún por pulir aunque su sapidez, estructura, golosidad, prevalencia frutal y textura casi masticable lo redondearon.
Segundo lugar - Quinta da Touriga Chà 2013 (Jorge Rosas, Douro)
Un fondo de deliciosos tonos torrefactos enmarcó este tinto en el que luego aparecieron aromas a arándanos, cuero, tabaco y hasta un punto medicinal. Boca más fina, en onda jalea.
Tercer lugar - Vinha de Lordelo 2011 (Domingo Alves de Sousa, Quinta da Gaivosa. Douro)
Este tinto procede de una viña con más de un siglo que alberga una impresionante colección de sobre 30 variedades autóctonas de Portugal, algunas muy raras. Un vino de producción ocasional y muy escasa, que vierte en copa un legado histórico de viticultura. De la histórica cosecha del 2011 nació este vino con un bouquet de tonos muy torrefactos, frutas, especias como canela y nuez moscada, un fondo de frambuesa pulida y tonos florales a violeta y tostados. En boca fue algo secante y salino, pero denso, envolvente y muy armonioso. El vino envejeció durante 15 meses en roble francés.
Cuarto lugar - Maladinha Nova 2013 (Herdade de Maladinha Nova, Regional Alentejano)
El Maladinha Nova revalido en el Top 10 2016 con un vino que se sintió más joven que su cosecha precedente, con fruta más fresca, recuerdos a jalea de guindas, mucha vainilla y sazones de café en polvo. En boca fue menos intenso y tuvo una estructura más fina.
Otros vinos a destacar:
Blancos
Regueiro Primitivo Alvarinho. Quinta do Regueiro. Vinho Verde
Un blanco quizás un tanto discreto en nariz, donde se abrió con tonos muy cítricos a limón y toronja, reminiscencias a talco, punzante mineralidad y en boca una buena acidez, finura y elegancia.
Coche. Niepoort. Douro
Un blanco de color pálido que fue fino, elegante y persistente, con salinidad menos intensa y en nariz matices cítricos, florales, y minerales a piedra y talco.
Tintos
Quinta de Lemos Dona Georgina 2010. Quinta de Lemos. Dão
Un vino excepcional con complejidad, profundidad, simultánea potencia y finura, y gran potencial de evolución. El Dona Georgina es el pináculo de Quinta de Lemos, y éste fue un dechado de aromas a jugosa frambuesa conviviendo con una danza de tonos torrefactos a café tostado que luego dieron paso a esencias de chocolate que retornaron al café, pasando por las notas florales y especiadas. En boca tuvo taninos dulces, buena estructura, concentración y un pase amplio y envolvente por el paladar.
Julia Kemper Touriga Nacional 2011. Julia Kemper. Dão.
Tonos florales a lavanda, matices balsámicos, recuerdos a aceituna negra, una intensa compota de frambuesa y caramelos fueron los trazos en nariz de este tinto de touriga nacional que en boca fue aún algo tánico y de estructura más ligera.
Dona Maria Grande Reserva 2010. Julio Bastos. Alentejo
Ribetes ladrillo caracterizaron a este tinto más evolucionado, con aromas a cereza y grosella y un punto ahumado. De estructura más fina en boca, por el paladar surgieron recuerdos a café tostado y un final muy especiado con retrogusto a pimienta. Goloso y muy persistente.
Esporão Private Selection 2011. Herdade de Esporão. Alentejo
Cautivante nariz en este tinto que ensambla syrah, aragonés y alicante bouschet que se vinifican y crían por separado antes de ensamblar. Flores azules, abundante arándano, punto ahumado a carbón, y café en polvo aparecieron en nariz para proseguir con una boca muy especiada con mucha canela y rica fruta, en un vino bien ensamblado, de estructura más ligera y de fino y persistente final.
Pintas 2013. Wine & Soul. Douro
Abundante regaliz, enebro, anisados, tonos balsámicos y notas de guinda caracterizaron los aromas de este vino que en boca fue sedoso como un bombón de chocolate, con reminiscencias de hierbas mentoladas, buena fruta y especias como la canela. Sedoso y fino en el paladar. Más información sobre Pintas más adelante.
Quinta do Vallado Reserva Field Blend 2012. Vallado. Douro
Una nariz más opulenta con intensos aromas a fruta y flores, tonos de grafito, especias, almendrados, tostados, pimienta, vainilla, y canela. En boca fue estructurado, con taninos firmes y una boca muy elegante.
Antónia Adelaide Ferreira 2011. Sogrape. Douro
Vino carnoso, con aromas minerales a tinta china, especias, menta y mermelada de frutas. Un vino redondo y más pronto para beber en comparación con otras etiquetas a las que se anticipa un gran potencial de guarda.
Quinta Vale D. Maria Vinha da Francisca. 2013. Van Zeller. Douro
Tinta china, recuerdos de pizarra, matices florales a intensa violeta, jarabe de grosella y mora, delicados toffees, trufas e hinojo son algunos de los ingredientes de la complejidad aromática de este tinto que en boca fue especiado y con taninos dulces, que se pulieron al oxigenarse.
Quinta de S. José Grande Reserva 2013. Joao Brito e Cunha. Douro
Una explosión de fruta sobre un fondo mineral es lo que resaltó de este vino con recuerdos a mermelada de mora y frambuesa, tinta china, violetas y lavanda, especias, antecediendo aromas a vainilla. De estructura más ligera, su boca fue untuosa, fina, salina y con buena acidez.
Fortificados
Quinta do Noval Vintage 2013. Vinho de Porto
Impresionante vino con gran complejidad aromática, un color púrpura profundo y densidad en boca. En nariz se revelaron puntos ahumados, profusas notas balsámicas a eucalipto, laurel y mentol, con una sensación de fruta más fresca, recuerdos a aceitunas, tomate y marcadas notas florales a jazmín. Mucha fruta en boca que rayó entre madura y muy madura, con abundantes sensaciones especiadas dentro una gran sedosidad.
Vasques de Carvalho Tawny 40 yr. Vasques de Carvalho. Vinho de Porto
Un vino voluptuoso, fino y complejo, de color ambarino con una nariz donde abundaron los frutos secos, las pasas sultanas y las almendras. En boca fue salino, muy especiado, con penetrantes recuerdos a canela, sedoso, persistente y muy elegante en el paladar.
Burmester Tordiz Tawny 40 yr. Sogevinus. Vino de Porto
La confluencia de los ríos Torto y Mendiz designa a este tawny que se ha ensamblado de vinos cuidadosamente añejados en pequeñas barricas de roble que luego se fundieron en un pequeño depósito tronconónico de madera que data del 1864. De color más ambarino, en nariz tuvo recuerdos más dulzones a miel y deliciosa almendra. En boca fue voluptuoso, con puntos dulces y a la par salinos, y una pizca a frutos secos que reverberó en el paladar, donde fue muy persistente.
Burmester Colheita 1952. Sogevinus. Vinho de Porto
A pesar de su longevidad, este vino reveló una nariz más fresca, con tonos a flores rojas, cáscara de manzana roja, abundantes especias y naranja. En boca fue especiado, salino, persistente, con un pase largo y aterciopelado. Un vino finísimo.
Cossart Gordon Madeira Bual 1962. Vinho de Madeira
Reminiscencias de jereces amontillados, con abundantes aromas a pasa e higo, frutos secos, avellana, toffee, naranja amarga que en boca tuvieron un pase almendrado y salino, fino y profundo, aunque no tan persistente.
Blandy’s Colheita Malmsey 1999. Vinho de Madeira
Su color chocolate anticipó una nariz también achocolatada, con tonos balsámicos, recuerdos a abundante maní, y especias. En boca fue complejo y entró con finura para luego estallar en sensaciones que se crecieron y dejaron un retrogusto muy persistente.
Barbeito Ribeiro Real Malvasia 20 yr. Vinhos Barbeito. Vinhos de Madeira.
Una nariz de naranja confitada, mucho orejón, frutos secos, almendras y tostados precedieron una boca fina y compleja, con puntos de dulce melosidad y un gran equilibrio.
sólo Ports
El tránsito se detiene al paso del autobús. Es el del Borussia Dortmund, que se desplaza por el área, mientras decenas de fanáticos que no entienden ni el alemán, ni el portugués, ni el inglés que también se habla tan bien en la ciudad, sólo piensan en balones de fútbol que de una manera imprevista han ido cobrando también forma de copa balón con que algunos creen que se disfrutan mejor los vinos de Oporto.
Los vuelos low-cost, los estudiantes de Erasmus, pero, sobre todo, los seguidores del fútbol han ido transformando el panorama enoturístico de la ciudad. Porque conjuntamente con la visita al estadio de los Super Dragões para disfrutar de algún mágico partido, Vila Nova de Gaia se ha convertido en la otra parada obligada de los visitantes que se acercan a la desembocadura del Douro.
¡Qué importa si un coreano no entiende inglés si entiende el idioma del Oporto Taylor’s, que se expresa en copa en su bodega de guarda, que atrae a jóvenes y mayores por igual, e incluso a futbolistas de renombre como Iker Casillas o Radamel Falcão!
Allí, a los pies del retrato catan los vinos. Mientras John Fladgate los observa con la perspectiva del tiempo. Fue la suya una de las puntas de un triángulo de familias inglesas que unieron sus saber para construir una marca a la que todo el mundo conociera y perdurara de generación en generación: Taylor-Fladgate, como se conoce en los Estados Unidos, o simplemente Taylor’s, un apellido que designa a una de las casas de vinos de Oporto más antiguas reconocidas del mundo.
No siempre fue así. Sus inicios en 1692 se asociaron a Job Bearsley, un comerciante inglés que llegó a Portugal para mercadear tintos del río Minho. Tras él llegó su hijo Peter, que se adentró en el territorio del río Douro, percatándose de que los tintos más robustos de esta zona eran más afines al paladar inglés que los del norte del país. Pronto empezó a conocer al Douro desde su interior, convirtiéndose en el primer inglés en adquirir una quinta en la zona, lo que le dio una ventaja competitiva que sus hijos supieron consolidar. Esa quinta fundacional es hoy propiedad de Taylor’s.
Tras una era complicada por la invasión napoleónica a la península ibérica, la empresa intentó poner a salvo su patrimonio traspasándolo a uno de sus empleados, de origen americano, de modo de poder continuar operando hasta que finalmente se expulsara a las tropas francesas. Este “traspaso” de propiedad permitió a Webb, Campbell, Gray & Camo, que así se llamó la empresa en ese lapso, operar casi sin interrupción durante y luego de la expulsión, lo que le puso en ventaja sobre otras empresas inglesas cuyos propietarios abandonaron Oporto durante la invasión.
Cuando las turbulencias políticas se apaciguaron y John Camo decidió irse de Oporto, Joseph Taylor, director de la filial lo reemplazó. Su buen hacer pronto lo convirtió en accionista y, a la muerte de los otros socios, en el único propietario de la firma, a la que determinó concentrar en la elaboración de vinos de Oporto, dejando de lado otras mercancías que la empresa había comenzado a comercializar durante los tiempos de crisis. Su objetivo era consolidar la imagen de calidad de la empresa y en esa tarea fusionó su conocimiento al de otros dos comerciantes ingleses de vino, Morgan Yeatman y el Barón John Fladgate. Así, en 1838 surgió Taylor Fladgate & Yeatman. Apasionado de la viticultura, Fladgate se dedicó a potenciar la calidad de los vinos desde la viña, y Yeatman, su parte comercial.
Fue la generación Yeatman la que reconstruyó el negocio tras la filoxera que asoló las viñas del Douro, y no sólo lo supo sobrellevar a través de tiempos convulsos del siglo XX, sino que también lo hizo crecer gracias a la innovación en vinificación y vitivinicultura, con hitos como el lanzamiento del primer vino de Oporto blanco, en 1935, la adquisición de la casa Fonseca un poco más tarde y la creación de la categoría Late Bottled Vintage. Otras se añadieron posteriormente hasta que hoy la sombrilla de Taylor’s abraza también a Croft, Wiese & Krohn, y The Yeatman, un hotel de lujo.
Justo a los pies de éste se hallan las cavas de Taylor’s en Gaia, donde reposan y se perfeccionan los vinos fortificados que nacen en tres quintas en el Douro: Quinta de Vargellas, en el Douro Superior, y Quinta da Terra Feita y Quinta do Junco, cerca de Pinhão. 425 hectáreas de viña en propiedad y respetuosas con el ambiente que, mediante estrechas terrazas con cubiertas vegetales, apropiada selección de variedades, e idéntica inclinación para el manejo hídrico y la prevención de la erosión del terreno, surten de forma ecológica y económicamente sostenible gran parte de las uvas que se emplean en la elaboración de los reputados vinos de Taylor’s, reafianzando su calidad. Cuando hace falta se adquiere más uva, que no más vino, pues la empresa prefiere utilizar sus propios parámetros de elaboración.
Taylor’s es un referente para Oportos Vintage, que se caracterizan por su clase y elegancia, potencia y habilidad de perdurar, no en balde es el mayor productor de Late Bottle Vintages, una categoría que creó. Destacable es también la gran reserva de vinos envejecidos con que se ensambla sus tawnies, una categoría que ha ido creciendo.
Según explicara Pedro Correa Dias, pasado sumiller de Taylor’s, los mejores lotes para los Tawnies proceden de Baixo o Cima Corgo, zonas del Douro donde la altitud contribuye a preservar la acidez tan necesaria para el buen envejecimiento.
Sus almacenes se benefician de la influencia del cercano Atlántico, con una alta humedad. Cuando arrecia el calor estival en ocasiones se riega el suelo para refrescarlo, pues no hay aire acondicionado por los laberintos y pasillos antiguos donde reposan pipas y toneles, y por los que incluso se ven rieles por donde llegaban las pipas en vagoneta. Roble, castaño y cerezo son las maderas empleadas para la construcción de los envases de madera que, en el caso de los toneles, pueden construirse usando varios tipos de éstas.
De esto disfrutan los 75 mil visitantes anuales que llegan hasta su centro de visitas, un espacio cada vez más dinámico, con una decoración casi de las mil y una noches, donde las barricas se vuelven sillas y botellas se convierten en lámpara conteniendo el genio del vino, y la información se brinda en varios idiomas aunque en la que más diáfana se comprende es en cada sorbo de los Oportos de Taylor’s, que vigila atento Fladgate.
Una casa, muchos Oportos
A pesar de que sus inicios fueron en el comercio de vinos tranquilos, y de que muchas casas de vino en Oporto y el Douro han diversificado su producción de fortificados para incluir también los primeros, Taylor’s se ha mantenido inequívocamente fiel a su esencia y talento como elaboradora de Port wines, circunscribiendo su compromiso y producción a este estilo fortificado de vino portugués y a sus numerosas categorías de expresión. David Guimaraens es el enólogo jefe de Taylor’s, quintaesencia de los vinos de Oporto.
Taylor’s Chip Dry White
Ideal como aperitivo o como ingrediente de cócteles, este vino elaborado con uvas rabigato, arinto y gouveia, entre otras, es un Oporto seco, con reminiscencias de un fino jerezano con algo de miel por su azúcar residual. Almendras, algo de melocotón y matices a aceite de oliva extra virgen aparecieron en nariz antecediendo una boca con jengibre y especias que fue chispeante, persistente y delicioso. De producción limitada, el Chip Dry fue un nuevo estilo de vino de Oporto creado por Taylor’s en 1934. Tiene una fermentación más prolongada y se añeja varios años en madera.
Taylor’s LVB 2011
El vino se embotelló en 2015 y lo indica la etiqueta, una costumbre de Taylor’s. Con mayor azúcar residual reveló aromas a fruta muy madura, jugosa mermelada de frambuesa, algo de vainilla y tonos lácteos, especias, chispas de canela y recuerdos a carne ahumada. Un ensamblaje de diversas variedades de uvas que en boca destacó una gran persistencia frutal. Como norma de la casa, los vinos que envejecen en madera tienen un 20% de alcohol.
Taylor’s Vintage 2011
Touriga Franca y tinta roriz procedentes mayormente de Quinta de Vargellas son la espina dorsal de este Oporto fruto de una cosecha equilibrada, la de 2011, año en el que también se embotelló el vino. Su nariz se percibió fina, aunque menos expresiva y con algún tono de su crianza en madera. Almendras, mucha mermelada de fruta, caramelos e incluso tonos de aceituna caracterizaron a este vino con taninos aún firmes en boca y una gran persistencia en el paladar. Los Vintage generalmente ensamblaron vinos de dos o tres de las quintas propiedad de Taylor’s.
Taylor’s Vargellas Vintage Port 2012.
Sobresaliente vino de pago que apuesta por una expresión más singular del terroir de la Quinta de Vargellas, que produce vinos que se destacan por su complejidad frutal, fragancia y bien integrados taninos. Un ensamblaje con mayor presencia de touriga nacional, su nariz fue profusamente floral, con recuerdos a violetas, y frutas de baya azul. En boca fue fresco, afrutado, jugoso y dulzón, todo en perfecto equilibrio. Además de éste, Taylor’s produce un vino aún más específico, selecto y expresivo, con las uvas de las viñas más viejas de esta Quinta, así como un aceite de oliva extra virgen.
Taylor’s 10 Yr. Old Tawny
Este ensamblaje de vinos envejecido por una década entregó en nariz notas almendradas, tostadas y salinas, con matices a pasas e higos. Su boca fue fina, redonda y persistente, con notas a caramelos, frutos secos, pasas y naranja.
Taylor’s 20 Yr. Old Tawny
Recuerdos a roscón de Reyes y pastel de calabaza caracterizaron a este tawny, con una boca más viva y sápida, matices de melocotón y frutas más frescas conviviendo con notas a pasas, avellanas y café.
Taylor’s Very Old Single Harvest Port 1965
Los Single Harvest son vinos que envejecen en madera, contrario a los Vintage que lo hacen en botella. Éste es una edición limitada que permaneció medio siglo en pipa hasta embotellarse en 2015. Excelentemente equilibrado y con una acidez impecable, en nariz tuvo algún punto de ésteres aunque prevalecieron sus notas a fruta, pasas, higos, caramelo, tabaco. En boca fue envolvente y persistente, fino, salino, con buen volumen y un fin a almendra tostada. El primero de esta serie fue el de la cosecha 1964. Taylor’s contempla lanzamientos anuales de otros Single Harvest con al menos medio siglo de añejamiento.
Además de estos vinos, Taylor’s elabora otros Oportos blancos, reserva, Ruby, así como Tawnies de diverso añejamiento. En 2010, tras saberse que una familia en el Douro tenía una pipa que contenía un Oporto muy viejo, tanto que se elaboró antes de la filoxera, Taylor’s determinó lanzar Scion 1855, un Oporto con más de 150 años que había pasado de generación en generación. Scion es uno de los Oportos más raros y viejos que se haya vendido y uno de los pocos vinos prefiloxéricos en impecable condición. Este lanzamiento fue el debut de otros de Oportos de cosechas muy antiguas. La empresa tiene también otros Single Harvest viejos.
A Scent of Heaven in Porto: 150 años fortificados
Cada sorbo puede saber a un acontecimiento histórico importante. Vivir el pasado imaginariamente en el presente es el privilegio que ofrecen los vinos viejos, muy viejos de Oporto, un lugar y un estilo en que literalmente se embotella el tiempo para que perdure en botella como pocos.
Imaginarse esos capítulos para armonizarlos con botellas muy añejas de uno de los vinos más sublimes del mundo fue el objetivo de una cata de vinos de Oporto muy viejos, dirigida por Bento Amaral, responsable de la Câmara de Provadores do Instituto dos Vinhos do Douro e Porto (IVDP). Los vinos producidos en esta región representan el 70% de las exportaciones de vino portugués.
El también histórico Palacio de la Bolsa, sede de Essência Porto, acogió a un muy exclusivo y limitado grupo de degustadores y a ocho etiquetas de vinos de Oporto de los siglos XIX e inicios del XX, con un mínimo de 79 años de historia, muchas embotelladas expresamente para la cata.
El conjunto, con algunas verdaderas rarezas, impresionó por su viveza y, en alguna de las etiquetas más añejas, su apasionante complejidad y profusión de matices. Una expresividad que sólo le es posible expresar a vinos eruditos, de meditación como éstos. Una más que aristocracia de vinos.
Quinta do Noval Colheita 1937
Una botella especialmente embotellada un día antes de la cata, este vino de Oporto tiene su génesis en una parcela prefiloxérica, sin injertar. De tono cobrizo sorprendió por su viveza de aromas inclinados por las notas de crianza como los dátiles, las pasas y los frutos secos. Una escueta naranja amarga convivió con almendra salada y cabello de ángel, guiando a un pase por el paladar fino, reverberante en la punta de la lengua, con un final de avellana y hasta un punto cítrico. Profundo final en el retrogusto.
Kopke Colheita 1935
Un colheita blanco, una verdadera rareza de 74 años que envejeció en barrica y curiosamente resaltó más su faceta frutal con tonos de limón y melocotón, y miel que sus reflejos de crianza. Un vino de tonalidad clara que fue más austero, más directo, menos persistente y envolvente, y con un final algo amargo.
J. H. Andresen Colheita 1900
Una casa de Oporto poco conocida que fue una de las más valoradas de la cata. Andresen fue un emigrante en ruta a América que en ese trayecto hizo escala en Oporto, donde se quedó. Esta casa es célebre por sus vinos colheita. Un vino sobresaliente en el que se emplearon tanto roble como castaño y alguna madera éxotica antaño usada en la elaboración. El vino se colocó en barrica en 1900 y se embotelló en febrero de 2016. Pasas, higo, ciruelas pasas, toffee, punto de talco y recuerdos de chocolate cautivaron en nariz, pero no tanto como su boca con una extraordinaria conjunción entre dulzor y acidez, y en la que aparecieron abundantes avellanas, profundas almendras, tonos de café y de naranja amarga en un pase sedoso, elegante, largo y persistente. Una verdadera joya.
5G Very Old Port (circa 1890) Wine & Soul
5G es Five Generations, un proyecto de la familia Seródio Borges. A pesar de haberse elaborado antes de que pudiera hacerse formalmente, este vino de Oporto se añejó en el mismo Douro, en lugar de en Gaia, donde se acostumbraba a hacer entonces. Caramelo, casi de leche quemada tipo crème brûlée y cáscara de naranja abrieron en nariz la ruta hacia un paladar con fina avellana tostada, que fue envolvente, aterciopelado, largo y persistente, un vino fino, con marcada acidez.
Porto Muito Velho (circa 1885) Agri Roncão
Una barrica olvidada preservaba este vino de color chocolate muy cobrizo, que sorprendió por su viveza aromática. Abundante pasa, algo de acidez volátil, tonos especiados caracterizaron su nariz. En boca fue sedoso, con buena acidez, especiados a canela, un vino casi masticable con recuerdo tostado, punta de vainilla, chocolate y caramelo. De boca sedosa, el vino concluyó en el paladar de forma fresca, con recuerdos tostados, punta de vainilla, chocolate y caramelo.
Bulas VO. Very Old Porto (siglo XIX)
Apenas 200 botellas se hicieron de este vino, embotellado en 2015. Un vino cobrizo, con sutiles tonos a chocolate, Acidez no tan marcada, quizás algo más pastoso, pero elegante, con pasas y otros elementos.
Adelaide Tributa Quinta do Vallado – 1866
Un vino prefiloxérico y de acidez muy elevada, 9.82, produjo sólo 1,200 botellas que fueron envejecidas en pipas de castaño. Su nariz tuvo tonos a chocolate, toffee, tonos de tocineta, lascas de almendra tostada y algún tono esmaltado. En boca tuvo un final especiado, penetrante y envolvente.
Niepoort VV Very Old Tawny Port – 1863. VV (Vino Velho),
Boca con mucha naranja amarga, persistente y larga, con finura, retrogusto salino, almendra. Un vino que se elabora desde los 1950 y que acostumbraba a envejecerse de forma excepcional en Douro. Más seco que sus contrapartes, el blend, que se estima de 1863, se embotelló en damajuanas en 1972.
De dimensiones reducidas como los frascos de buen perfume, el pequeño archipiélago de Madeira ha hecho de sus singulares fortificados una de las fragancias de vino más reputadas y seductoras del mundo.
Desde su descubrimiento en 1419 y la puesta a punto de su territorio, Madeira se dedicó al cultivo de trigo, caña de azúcar y vino, un producto, este último, que ya desde muy temprano comenzó a exportarse. Su fama pronto empezó a alcanzar nuevas fronteras, alcanzando su cénit entre los siglos XVI y XVIII, cuando Shakespeare hablaba de él en sus escritos e incluso la declaración de independencia de los Estados Unidos en 1776 se festejó con un brindis de Madeira.
En el siglo XVIII se introdujo a la elaboración el método de “estufagem”, un sistema de envejecimiento que aporta cualidades únicas al vino madeirense. Mediante estufagem, los vinos se colocan en estufas de acero inoxidable con un sistema de serpentinas por las que, durante al menos tres meses, circula el agua caliente, a unos 45-50 grados Celsius. Concluido este calentamiento, los vinos descansan al menos 90 días a temperatura ambiente, sea en acero o en envases de madera hasta estar listos para embotellar, lo que no puede suceder antes del 31 de octubre del año posterior a su vendimia. Más tiempo, no obstante, pasan los vinos que se envejecen mediante “canteiro”, un método en que los vinos reposan en estibas de barricas para un envejecimiento oxidativo que sólo permitirá su comercialización transcurridos al menos tres años y algunos meses de su vendimia.
Apenas 500 hectáreas cultivadas a unos 700 metros de altitud dan por fruto estos vinos, que nacen en paisajes únicos, caracterizados por una orografía accidentada con terrenos agrícolas en grandes pendientes, suelos primordialmente de origen volcánico, y una proximidad al mar, que se une a unas condiciones atlánticas que provoca que los cultivos se vean influidos por la humedad. El minifundio es otra de las características agrícolas del territorio, pues la superficie cultivada está distribuida entre 1200 viticultores. A pesar de los retos que suelo y clima representan para la maduración, los vinos mantienen una buena acidez, fundamento para su longevidad.
Es, precisamente esta habilidad para perdurar prolongadamente en el tiempo una de las cualidades que sitúan a los fortificados de Madeira entre los grandes vinos del mundo. Son vinos licorosos producidos en la región demarcada de Madeira, con Denominación de Origen Protegida (DOP) Madeira. Pocas bodegas en operación, apenas seis aunque haya ocho en el territorio, y apenas dos de ellas con viña en propiedad.
Los vinos de Madeira se elaboran predominantemente a partir de un puñado de variedades como la tinta negra, casta versátil y vigorosa que se introdujo en el siglo XVIII, y blancas como la Sercial, una variedad que se caracteriza por sus notables astringencia y acidez, la Malvasía o la Verdelho, aunque algunas otras son recomendadas o autorizadas. La tinta negra ocupa 83% de la superficie cultivada. En Madeira los vinos son monovarietales, es decir, que no se mezclan vinos de distintas variedades, aunque sí de distintas añadas.
Como conjunto, los vinos de Madeira viven un renacer, con un crecimiento de 20% en valor y volumen, un incremento que se basa en el aprecio de Madeiras en solitario y no como ingrediente de coctelería, una faceta que ha sido positiva a los vinos de Jerez, unos vinos que, al igual que los de Madeira, ofrecen la posibilidad de realizar armonías gastronómicas desconocidas, gracias a su equilibrio entre dulzor y acidez.
Hubo que añadir espacios en el salón de cata de Madeiras que encabezaron Paula Cabaço, presidenta del Instituto del Vino, Bordado y Artesanado de Madeira, y el especialista portugués de vinos, Rui Falcão. Los ponentes explicaron que aunque aguantan mucho luego de abiertos, los vinos de Madeira no deben de exponerse ni al aire ni al calor. Asimismo, detallaron que el color no es un elemento tan importante en el aprecio de los Madeiras como puede ser de otros vinos y que una forma de catarlos es escalonarlos conforme sus niveles de azúcar residual.
Seis vinos permitieron explorar las diversas castas con que pueden elaborarse los Madeiras.
Justino’s Madeira Verdelho 10 yr.
Salino, almendrado, envolvente. Un vino fresco, menos complejo, con una boca más dulzona, un fin de avellana y una poco prolongada persistencia.
Ribeiro Real Barbeito 20 yr.
Un vino elaborado con variedad Sercial que no fue excesivamente expresivo pero reveló notas de pasas, almendras, y algo de cuero. En boca fue redondo, con un retrogusto a almendras, y un fin salino y algo más persistente que el anterior.
Henriques & Henriques Verdelho 20 yr.
Un Madeira complejo y electrificante, de color más intenso y un anticipo de matices dulces en nariz con recueros a vainilla, toffee y caja de tabaco. En el paladar tuvo un punto amargo, con tonos salinos que se prolongaron en un persistente retrogusto que convivió con un equilibrio en boca, que resaltó un buen balance entre azúcar y acidez.
Blandy’s 20 yr.
Un Madeira elaborado con la variedad Terrantez, una casta casi en extinción tanto en las Islas Azores como en Madeira, que produce vinos afrutados y de elevada acidez. De color muy ambarino, en nariz tuvo recuerdos a toffee, pasas e higos. En boca mostró matices salinos y almendrados, siendo fino, goloso y muy persistente.
HM Borges Madeira wine 30 yr.
Un malvasía dulce por el que discurrieron aromas a abundante pasa, naranja y orejones. En boca entró dulce, con una textura casi de mermelada, vocación salina y almendrada envolviendo el paladar, donde luego reveló ciruelas pasas, chocolate, toffees y vainilla, antes de terminar de forma fina, especiada y excitante, con un envolvente y aterciopelado retrogusto.
Barbeito Mãe Manuela 40 yr.
Este malvasía tuvo un color más intenso, con recuerdos a avellana, abundante naranja, jengibre y canela en el bouquet, que en boca reveló un punto dulce, pero también de acidez volátil, concluyendo con una reverberante sensación y persistente finura.
Entre el Douro y el Dão, más inclinado al Dão, aparecen Carlos Lucas y sus vinos magnum. No botellas de gran tamaño sino los Wine Magnum, la empresa que este enólogo vinculado antaño a la reconocida Dão Sul, creó en 2011 como proyecto personal.
Para él cifró sus copas en el santuario de la Quinta do Ribeiro Santo, su propiedad vinícola en la zona portuguesa del Dão que ha tardado un lustro en consolidar con un amplio repertorio de vinos fundados sobre la tradición, que se expresan en clave tinta, blanca, rosada y espumosa, tirando de muchas de las castas de uva autóctonas de Portugal a las que extrae una bien constituida y amable personalidad.
Demarcada como región vitivinícola en 1908, lo que la convierte en una de las más antiguas de Portugal, y constituida como Denominación de Origen Controlada (DOC) en 1990, el Dão, es una zona montañosa de interior ubicada al sur del Douro, que se caracteriza por su clima templado. Por mucho tiempo dio pie a vinos de deficiente calidad, que se transformaron de forma sorprendente con la entrada de Portugal a la Unión Europea y la aplicación de las regulaciones supranacionales en lo que concierne a la producción vitivinícola, elevando el nivel del Dão como una de las zonas productoras más importantes del país luso.
La producción es predominantemente tinta, y entre las variedades de uvas que se utilizan destaca la touriga nacional, que halla en el Dão su lugar de origen. Además de ésta, hay otras como tinta roriz (tempranillo), jaén (mencía) o alfrocheiro, así como la encruzado, que es una variedad blanca.
Son las que dan base a los vinos que elabora Carlos Lucas y que se comercializan con el nombre de Ribeiro Santo, como la quinta, y que presentó en una cena de degustación en Antiqvvm, uno de los más jóvenes e interesantes restaurantes de Oporto, un local anclado en una antigua casona con sublimes vistas al río Douro y la orilla de Vila Nova de Gaia.
Burbujas de estreno con un estructurado espumante blanc des noirs elaborado con touriga nacional y rufete; un blanco Encruzado 2015, otro Vinha da Neve Branco, con buena acidez pero menor finura en su cosecha 2014, y un Automatico 2015, otra etiqueta blanca elaborada con cepas viejas de encruzado, malvasía y otras uvas que aparecen mezcladas en la viña con un promedio de 80 años de edad, no muy exuberante en nariz, donde apenas se revelaron algunos recuerdos florales, que antecedieron una boca redonda, fina, elegante y una acidez menos marcada.
Fotos abajo: Antiqvvm y Viajes & Vinos (C).
Rosado de transición fue ET, un rosado que evoca los vinos tradicionales del Dão para los que se empleaban las muchas variedades que convivían en los viñedos viejos. ET tiene un contraparte tinto, que en su cosecha 2012 se elaboró con vides de encruzado y touriga nacional, y tuvo una nariz fina y pulida y en boca el frescor atlántico que caracteriza a muchos vinos ibéricos. Un vino magnífico que se complementó con el Vinha da Neve Tinto, un ensamblaje de touriga nacional, tinta cão y alfrocheiro en cuya cosecha 2011 se remarcaron los ahumados.
Para armonizar estas etiquetas, el talento viníco se aunó al creativo talento coquinario del experimentado y viajado chef portugués Víctor Matos, que en Antiqvvm enmarca una experiencia gastronómica cultural, natural, evolutiva, social y artística fundada en el arraigo de las tradiciones y culturas, lo sensorial, lo tecnológico y la materia prima. En Antiqvvm, para los vinos de Espíritu Santo Matos concibió un menú casi de filigrana, en el que cada plato fue una experiencia bien labrada, con multiplicidad de técnicas aplicadas en cada receta y esa multiplicidad de componentes expuesta en perfecto equilibrio de técnicas y texturas en construcciones logradísimas, como una conserva de frutos de mar y hierbas aromáticas con pureza de sabores bien ensamblados, o un elaboradísimo postre con café, queso mascarpone, plátano, avellana, pistacho y Bourbon avainillado, conjunción de texturas, temperaturas, juego con verduras y hierbas aromáticas, verdadera expresión de destreza técnica y arte efímero en el plato.
Además de los que se elaboran en Ribeiro Santo, el grupo es responsable por los Baton, en el Douro, y el Alentejo, donde también tienen presencia y elaboran el María Mora Enamorada, un tinto a partir de Alicante Bouschet.
Es complicada de cultivar, pero son cada vez más a quienes apetece domar esta variedad tinta portuguesa, que tiene su hogar en la zona de Bairrada, pero se esparce con tentáculos de vino por otras zonas productoras de la geografía vinícola portuguesa. Y el que una bodega como Quinta do Vale Meão haya sucumbido a los encantos de la cepa en el Douro, donde se le conoce como Tinta da Bairrada y no es uno de sus territorios más naturales, es, sin duda, un buen signo de que el tan anticipado tiempo de la Baga está aquí.
Como la mencía o la tinta de Toro, la baga era vaga. Vaga en el sentido de que no relucía con todo el potencial de que era capaz, rindiendo vinos rústicos y para grandes volúmenes. Racimo pequeño, bayas pequeñas, hollejos gruesos que aportan taninos al mosto, maduración tardía, abundante follaje y susceptibilidad a la podredumbre, así es la Baga. Y ahí estaba, en los Mateus Rosé, esa etiqueta con la que tanta gente se estrenó en el vino y que acaparaba muchas bagas de Bairrada en su elaboración. También en los muchos graneles que se iban a las ex colonias portuguesas en Africa. Había que controlarle rendimientos, domarle taninos, cambiarle formas de elaborar, para sacar de ella lo mejor.
Como hasta fines de los setenta fue vaga. Por eso fue la baga se dedicaba más bien a mezclas y que Bairrada tardó tanto en advenir al rango de denominación de origen controlada, lo que sucedió a fines de esa década. Con la entrada de Portugal a la Unión Europea cambió la legislación, favoreciendo a pequeños productores sobre cooperativas, y así comenzó a tomársele en serio preparándola para su boom a lo largo de los ochenta, algo en lo que fue instrumental Luis Pato, uno de sus productores más influyentes y longevos. Entonces empezaron las podas en verde, su contacto con otros tipos de madera, la búsqueda de viñas viejas y menores rendimientos para darle un nuevo vestido a la uva con taninos más domados, menos notas vegetales y una nariz más expresiva.
Junto con Pato siguieron otros como su hija, Filipa, y Mario Sergio Alves Nuno, hijos de Bairrada y apasionados de la cepa y la zona, preocupados por su futuro y la llegada de cepas internacionales a la denominación. Así fueron cogiendo forma los “Baga Friends”, nacidos en 2010 con el propósito de evangelizar sobre el potencial monocasta de esta variedad de uva y rescatar su tradición, pero también de Bairrada como zona productora de grandes vinos, fuesen tintos, blancos o sus más conocidos espumosos.
A los Pato y a Mario Sérgio se unieron otros como Dirk Niepport, un grande del Douro quien, convencido que Bairrada tiene probablemente lo que él cree es mejor terroir de Portugal, empezó primero a representar vinos de la zona y luego a elaborar los propios en Quinta de Baixo, enamorado de la baga, antiguamente llamada Poeirinho, como el vino que de ella creó inspirado en los grandes clásicos de la zona. A ellos se unieron otros como François Chasans, de Quinta Vacarica; Paulo Sousa, de Sidónio de Sousa;, y António Rocha, de Vinhos Buçaco, una bodega representada por Niepoort y que tenía una dilatada experiencia elaboradora de la baga, aunque primordialmente como ingrediente de ensamblajes.
En las condiciones y el manejo adecuado las bagas maduran bien, tienen un color profundo, pureza frutal y una buena estructura de taninos y acidez, uno de los secretos de su gran potencial de envejecimiento, a lo largo del cual van ganando elegancia y complejidad organoléptica como la que han sido capaces de alcanzar los Buçaco o los vinos de Caves São João. Los primeros son vinos de vieja usanza que hasta el siglo XXI se habían añejado en grandes toneles de roble brasileño, caoba y castaño. Los de Caves São João, muestras impecables de que en la antigua era de Bairrada ya se podía anticipar un potencial de finura a la región. Un ejemplo, el Frei João 1990, un ensamblaje de baga, touriga nacional y cabernet sauvignon, que con 26 años tenía un aire a bordelés añejo, con ribetes teja, una nariz de abundante guinda en licor, velo de vainilla, caramelo, pizca de canela, ahumado y algún tufo de reducción, y una boca con taninos muy dulces, pase sedoso y, aunque con fruta discreta, sí una todavía un buen esqueleto de acidez que le auguraba una aún buena evolución.
Como éste otros, como los de la Adega Cooperativa de Cantanhede, cuyo Marquês de Marialva Confirmado fue concebido para larga guarda y salió al mercado con más de dos décadas. Versiones más jóvenes de esa línea muestran también los tonos balsámicos y tostados que caracterizan la uva, como en el Marqués de Marialva Baga Reserva 2010. Otras etiquetas de la uva incluyeron el Casa de Saima 2013, fresco y ligero, el Lagar de Baixo 2012, con baga pisada en el lagar, el Vadio 2012 o el Poeirinho 2013 con que Niepoort rememora los Baga más puros, con notas algo secantes aún por pulir.
Además de en Bairrada, la baga se cultiva en el Dão, sin contar con el Douro, donde a pesar de no ser una zona natural, Quinta do Vale Meão ha apostado por ella en una elaboración monovarietal que refleja a una baga más ligera. Curiosamente, la baga, que algunos elaboradores del Duero se han planteado cultivar de forma experimental, pudiera también atravesar el Atlántico pues se considera plantarla en la argentina Mendoza.
Primero lo hizo el abuelo Fausto, luego su hijo Abel, pero no fue hasta que la tercera generación se atravesó en el camino que se decidió que los vinos de casa se elaboraran con un fin comercial.
Así nació en 1989 Quinta das Bágeiras, una bodega de Bairrada a la que en Divinidades le hemos venido siguiendo muy de cerca el rastro y recomendamos también a los lectores así hacerlo.
Al sur de Oporto y en eje Atlántico, la región vitivinícola portuguesa de Bairrada es una de las más desconocidas por los consumidores, especialmente fuera de Portugal. A pesar de su longeva tradición productora y su reconocimiento como gran elaboradora de vinos espumosos, no ha sido sino hasta apenas un par de años que ha empezado a cobrar notoriedad, cuando algunos productores de fuera de ella comenzaron a echarle el ojo a su casta tinta protagonista, la baga, y ese interés motivó también a productores reconocidos de la zona a promover más activamente los vinos de su región, naciendo así un movimiento designado Baga Friends, a la mejor usanza de los Douro Boys.
Uno de esos “friends” es precisamente Mario Sergio Alves Nuno, elaborador con los pies bien puestos en el suelo y un diáfano entendimiento de la importancia de conocerlo bien, pisando su suelo, percibiendo su entorno, para poder plasmar en el vino el más puro sentido de la palabra “autóctono”, asegurándose de vinificar cada variedad de uva con la particular minucia que le dicta su conducta varietal y ésta en el contexto de suelo y territorio, una ecuación de sumas y restas que maneja con la sabiduría de conocer su tierra y la precisión que brinda la experiencia de vivirla a pulso. “Hay que conocer el terroir, su comportamiento año tras año. Eso es lo que distingue a un vigneron”, afirmó a Divinidades.
Leales al territorio de la denominación de origen controlada Bairrada, son la Maria Gomes (Fernão Pires) y la Bical, las castas blancas preferentes en sus elaboraciones, y la Baga, su gran protagonista tinta.
La Maria Gomes es la variedad blanca más plantada en Portugal. Alves la define como es expresiva, pero no exuberante y, a pesar de su fama de baja acidez, cree que se comporta así sólo cuando se le extraen grandes rendimientos. La Baga es la tinta por excelencia de Bairrada, una uva con buenos taninos y acidez que el bodeguero entiende necesita de suelos arcilloso calcáreos e inclinados para una mejor expresión y complejidad. Bical y Baga sorprenden por su capacidad de envejecimiento, algo que Alves atribuye, más que a las propias variedades, al clima atlántico que, carente de grandes amplitudes térmicas, favorece la acidez, una de las razones por las que Bairrada es el eje de Portugal para la producción de vinos espumosos. Es precisamente el equilibrio entre acidez y alcohol la clave de la longevidad para el elaborador.
Con una filosofía que apuesta por ser lo más natural posible y fiel a la tradición regional, como el empleo de lagares de cemento para la producción de algunos vinos, Quinta das Bágeiras elabora un arcoíris de etiquetas que transitan por los blancos y rosados, en versión tranquila y espumosa, los tintos, los dulces y hasta un orujo y un vinagre de vino. Curiosamente, este último no es producto de las “sobras”, sino de un atento orden de vendimia que recoge primero las uvas destinadas al destilado, y que pueden ser más ácidas, y posteriormente las pensadas para los espumosos, elaboraciones de método tradicional, uno de los emblemas de la producción vitivinícola de Bairrada.
En la bodega el vino base de los espumosos se elabora con Bical y Chardonnay, se fermenta en acero inoxidable y algo de barrica nueva. Como resultado nace Quinta das Bageiras Espumante Gran Reserva, un brut nature sin licor de expedición añadido que en su cosecha 2011 sorprendió por su finura en boca, con delicadas burbujas, frescura y matices con reminiscencias de cítricos, miel, algo de bollería y muy sutiles tostados. Un placer que se replica en la versión rosada del espumante, de gusto muy agradable.
Estos dos espumosos fueron la punta de lanza para un recorrido fascinante, especialmente en su magnífica dimensión blanca, donde destacan la elegancia y la contundente personalidad de algunas de las etiquetas, verdaderamente cautivantes. Algo que se logra con un manejo impecable de la madera, que varía de tamaño o de usos previos conforme la circunstancia de cada vino que derrochan equilibrio y salinidad.
Subyuga su Quinta das Bágeiras Colheita Blanco 2015, un ensamblaje de Maria Gomes, Bical y Cercial, que no pasa por madera y es un perfume de Cointreau, con marcados aromas a cáscara de naranja, recuerdos de flores blancas y un fino fondo de humo antecediendo un vino con gran frescura y carácter mineral. En contraste, su Quinta das Bágeiras Garrafeira Blanco 2013, un Maria Gomes y Bical vinificado en tonel de 2,500 litros, tiene más volumen en boca y apenas un sesgo de su paso por madera, con una aromas anisados, a flor blanca, eucalipto, piedra de fusil y delicada mantequilla que emerge en un vino maravilloso con extraordinaria acidez, que en boca es salino y súper elegante.
Padre y abuelo tienen también sus etiquetas blancas, aunque entre el Quinta das Bágeiras Avo Fausto Blanco 2014 y el Quinta das Bágeiras Pai Abel Blanco 2013 destaca este último por su frescura, matices cítricos y elegancia. El abuelo, en cambio, gana en la partida tinta con Quinta das Bágeiras Avo Fausto Tinto 2012, también elegante, más parco en aromas, pero más fresco, línea que siguen su Quinta das Bageiras Colheita 2011, tinto de cepas centenarias vinificadas en lagar y con raspón. A la vieja usanza, para entregar tonos de arándanos, flores rojas, especias y más frescura y finura en el paladar. La complejidad la arrastra el Quinta das Bageiras Garrafeira 2011, con frutas oscuras con recuerdos de mermelada, puntos más almendrados y tonos de chocolate. Baga y touriga nacional se funden en el Quinta das Bágeiras Reserva 2011, un tinto elegante y complejo, ensamblado con 60% baga y 40% touriga nacional, con muchos aromas a fruta roja madura, tostados y almendra molida envueltos en vainilla, abundante eucalipto, recuerdos de sotobosque, delicado café y coco que es muy pulido en boca donde se expresa con buena acidez, frescura, redondez, un pase fácil y envolvente, con un fin salino y especiado.
Además de tintos y blancos Quinta das Bágeiras elabora un Rosé, apenas 3,680 botellas que ensamblan baga y touriga nacional, y que en su cosecha 2015 presentan un vino de color salmón intenso, que no es excesivamente afrutado, pero sí tiene aromas florales, un velo de tiza, y en boca buen volumen, acidez salivante, un retrogusto salino e intenso que permanece en el paladar con gran persistencia y elegancia.
La bodega cierra su ciclo con Abafado 2004, un vino licoroso de Baga, cobrizo y afrutado, con notables reminiscencias a los vinos de Oporto, con puros aromas a pasa, almendras, avellanas y naranja amarga.
Entre el vino, el alma y las viñas están dos eses fundiendo sueños que andan siempre volando o corriendo en busca de nuevas emociones y logros. Quizás por ello no es accidental que una de ellas se retrate siempre volando, en aeroplano o paracaídas, quizás como ejemplo de las alturas que aspira para sus proyectos de vino.
Probablemente no precisó ni de uno ni de otros medio de transporte para trazar su ruta profesional a través de la geografía ibérica. Nacida en Galicia, con estudios allí y en La Rioja, Susana Esteban no escogió a España para desarrollar por lo alto su carrera como enóloga, sino que halló en el Douro portugués el lugar donde echar a volar una vida de éxito en botella que la ha convertido, sin ser portuguesa, en una de las elaboradoras más respetadas y laureadas de Portugal. Fue en la Quinta do Crasto donde afianzó su carrera, antes de trasladarse de norte a sur hacia el Alentejo, donde laboró consultora de varias bodegas y en 2009 decidió procurar su propio vuelo como elaboradora.
En el Alentejo halló la Esteban un territorio que la sedujo y por el que estuvo durante dos años procurando las viñas adecuadas para desarrollar su proyecto personal de vinos. Tras esa larga búsqueda, en 2011 halló dos pequeños viñedos para elaborar vinos con carácter pero en su interpretación alentejana. Así nació dos años más tarde, Procura, un ensamblaje de ambos, uno, con mezcla de variedades, y otro, con predominante Alicante bouschet una uva que halla en el Alentejo uno de sus territorios de mayor esplendor. Un año antes de éste nació Aventura, un vino sin madera y con carácter que se inspira en la aventura de convertirse en elaboradora. Ambos en versión tinta y blanca y con una producción reducida.
Dirección opuesta tomó Sandra Tavares quien subió de sur a norte antes de enlazar su camino con el de Susana. Nacida en las Azores y criada en Lisboa, Tavares siguió, por el contrario, la ruta de norte a sur. Licenciada en agronomía se fue a Italia a hacerse enóloga. Fue, al igual que Susana Esteban, en 1999 que llegó al Douro aunque en su caso fue la Quinta Vale Dona Maria de los Van Zeller donde se estrenó como elaboradora. Una experiencia que coincidió con la petición de sus padres de ayudarles con las viñas familiares en la Quinta de Chocapalha en Estremadura, algo que hizo también que la familia determinara construir una bodega para dar salida a las uvas que antes vendía a otros.
En ese ejercicio conoció a su esposo, con quien emprendió una nueva aventura, Wine & Soul, que la llevó de vuelta al Douro, donde han creado algunos vinos altamente valorados con la pretensión de interpretar con un espíritu contemporáneo la calidad del Douro enraizado en viñas viejas de poca producción que expresan pureza y gran individualidad.
Uno de ellos Pintas, un tinto de parcela con cepas muy viejas entre las que conviven hasta 30 diversas castas de vino. Junto con éste un blanco, un Pintas fortificado, Quinta da Manoella Vinhas Velhas y 5G, un tawny muy añejo que ensambla vinos de Oporto que en su mayoría superan el siglo.
Consolidadas ambas en sus proyectos individuales, Susana Esteban y Sandra Tavares aunaron experiencias, visiones, pero, sobre todo, amistad para crear a cuatro manos vinos oriundos de los territorios que dominan mejor.
El Douro sirvió la punta de lanza para el primero de ellos, Crochet, un tinto racial y único que ensambla variedades como la Touriga Franca y la Touriga Nacional, y Oporto de escenario para una presentación a dúo en que las bodegueras y amigas presentasen sus vinos conjuntos y algunas de sus propuestas personales. El Crochet 2013 destacó por su frescura y abundancia frutal, que llega a recordar a los vinos con predominio frutal de muchas zonas del nuevo mundo. Estas dos cualidades se ensalzan con taninos domesticados y tonos tostados que muestran un vino con sentido de origen pero también de elegancia. En 2014 el dúo siguió tejiendo vinos con una nueva etiqueta, Tricot, que decidieron elaborar en el Alentejo, con una base de touriga nacional, un vino que no la niega, con sus tonos de flores azules, mucha fruta y reminiscencias marcadamente minerales.
Procura Branco 2014. Alentejo. Cóctel de variedades portuguesas halladas en un viñedo viejo de unos 80 años en la parte más fresca del Alentejo. El vino inicia su fermentación en acero inoxidable y la termina en barricas francesas de segundo y tercer año. Luego pasa ocho meses en roble francés también de segundo y tercer año. Éste es un blanco que ganó volumen en copa, donde se estrenó afrutado para luego dar paso a tonos florales y minerales, que en boca mantuvo una óptima acidez.
Aventura Branco 2014. Alentejo. Viñas más “jóvenes”, con 30 años donde también convivieron una mezcla de variedades de las cuales la principal es la viosinho, una variedad de bajos rendimientos que produce vinos frescos, fragrantes y balanceados. El vino se vinificó en acero inoxidable.
Chocapalha Reserva Branco 2014. Lisboa. Chardonnay y Arinto, una variedad muy extendida en Lisboa se funde en un blanco con tonos minerales y a piedra, con alta acidez.
Procura 2013. Tinto. Alentejo. Un poco más de la mitad del ensamblaje lo compone alicante bouschet, y el resto son variedades tradicionales que se vinifican a la usanza tradicional en pequeños lagares de acero inoxidable y luego su crianza en barricas de roble francés de segundo y tercer año, durante 16 meses. Un vino que destaca también por su impronta frutal, aunque quizás menos expresiva que en el Aventura, y sus matices intensamente florales a violeta. En boca tiene taninos más firmes, y es algo más secante.
Aventura 2014. Tinto. Alentejo. Un vino que mezcla 40% aragonez, 40% touriga nacional y unas restantes variedades tradicionales que se vinifican en acero inoxidable. Un vino que destaca por su gran predominio frutal, tonos a aceite de oliva, aceituna y notas balsámicas. Bastante pulido en boca.
Pintas Vintage Port 2014. Douro. Segunda cosecha de esta etiqueta que se elabora con las mismas variedades que el tinto tranquilo de la misma etiqueta, que pretende dar una imagen fresca a un concepto histórico. Un perfil intensamente afrutado es lo que sobresale en este vino estructurado y sedoso, y gran potencial de guarda.
Sidecar 2015. Bairrada+Alentejo. A Susana Esteban le gusta trabajar a dúo porque la enriquecen como elaboradora de ahí que además de los que desarrolla con Sandra Tavares tenga un proyecto propio, Sidecar, en el que en cada cosecha une su talento al de un amigo invitado ---que es quien lleva la moto, o el empuje del proyecto--- para buscar nuevas interpretaciones a la viña y la elaboración. Para la cosecha 2015 de Sidecar unió esfuerzos a Filipa Pato, una de las elaboradoras de referencia en Bairrada. De Bairrada es la Baga que se funde con vides viejas del Alentejo de Susana, y tiene algún trabajo en ánforas, además de en barrica.
Sobresaliendo como monumento de mármol blanco entre la tupida alfombra verde de viña que pinta parte del pequeño pueblo fronterizo portugués de Campo Maior se yergue Adega Mayor, la bodega que escogió la “y” castellana para nombrarse.
No es de mármol, sino de hormigón, y a pesar de que Campo Maior es una tierra con tradición de vinos, la historia de la bodega, además de verde y de blanco se pinta de castaño café. Es la continuación del sueño de Rui Nabeiro, quien en 1961 fundó en su pueblo de origen Delta Cafés, una de las empresas portuguesas más sólidas y afamadas, tanto, que se ha convertido en símbolo de una tierra, la de Campo Maior.
Carlos Rodrigues es el enólogo de la casa, pero el otro autor, de los vinos, es Rui Reguinga, ribatejano de origen y heredero de una larga saga de viticultores, un fundamento sólido que le ha convertido en uno de los más respetados elaboradores del país del que fue escogido su mejor enólogo en 2009.
Un interminable horizonte de viñas que fusiona el verde follaje con el azul de cielo rodea la bodega. Un paisaje más llano o más ondulado, pero que siempre se pierde a lo lejos entre viñas y olivos pues es Alto Alentejo, donde está el pueblo, una tierra con tradiciones ancestrales de cultivo de viña y vid, insertados en un paisaje de encinas, algunas ancestrales, un conjunto que fomenta la biodiversidad.
Godinha y Argamassas son lugares de la región de Campo Maior con condiciones climáticas propicias para cultivar uvas expresivas de su entorno, y son ellas los epicentros de viña de los que se surte Adega Mayor. A través de unas 95 hectáreas en propiedad que se complementan on otras diez, se cultivan castas primordialmente portuguesas como antão vaz, arinto, tourpeiro, verdelho, trincadeira, castelão, aragonez, alicante bouschet, y la touriga nacional, además de la syrah.
Tras una vendimia manual las uvas llegan a bodega, con tres niveles y salones a nivel de suelo que crean condiciones similares a una bodega tradicional antigua. Ahí están los depósitos troncónicos de madera y de acero inoxidable, muchos dobles, empleados para almacenar y homogeneizar. Si antes de empleaban lagares para pisar la uva, ahora con equipo mecánico se pisa y se mueve la uva en el propio depósito. Al final de la línea de depósitos está también una cámara de frío empleada para preservar la uva tras su recolección. Además de ésta en Campo Maior, hay más depósitos de almacenaje en una bodega secundaria en ruta a la frontera con España.
Fotos superiores: Viajes & Vinos (C). Fotos inferiores bodega: Fernando Villaverde (C)
En el segundo nivel sobresale la sala de barricas, que se benefician de un sistema humidificador, que mantiene las condiciones adecuadas de humedad de manera constante. La temperatura se beneficia de un estanque en un nivel superior, cuya agua mantiene fresca el nivel de la sala. Todos los Reservas y Grandes Reservas se envejecen en barrica nueva.
Los vinos de la bodega se comercializan como vinos regionales alentejanos y 30% de la producción se exporta.
Monte Mayor Espumante – una mezcla de uvas tintas y tintas y blancas que es fresco, aunque con burbuja estructurada, afrutado y con matices de frutos secos.
Caiado – este término viene de encalado, es decir, pintado con cal. Es un vino introductorio, joven, dinámico y fresco que se elabora en blanco, tinto y rosado. El blanco es un ensamblaje de arinto, roupeiro y antão vaz.
Monte Mayor – vinificado en acero inoxidable, este tinto pasa nueve meses en botella antes de su comercialización. Aragonez, touriga nacional y alicante bouschet se funden en un tinto profundo, con recuerdos a mora, ciruela en un vino equilibrado y persistente.
Solista – un nombre ilustrativo para los vinos monovarietales elaborados con variedades como la touriga nacional, pinot noir y verdelho, que funcionan bien en solitario. El Solista 2014, touriga nacional tiene muchos matices a fruta negra en nariz, con compota de moras y frambuesas, tonos florales a violeta y un fondo de grafito. En boca es aún algo tánico y muy especiado.
Reserva del Comendador – esta etiqueta es una de las superiores de la pirámide de calidad de la bodega, con elaboraciones en blanco y tinto. El Reserva del Comendador Blanco 2014 elaborado con verdelho, envejece durante seis meses en barrica y otros seis en botella para entregar un vino que en nariz muestra delicados tostados y ahumados con una pizca de recuerdos a fósforo, anises y flores blancas. En boca es a la par delicado y complejo, con buena acidez, frescura y untuosidad.
Gran Reserva Pai Chão 2011 – un tinto elaborado a partir de alicante bouschet y touriga nacional, con algún sutil tufo de reducción, tonalidades a mermelada, mucha fruta de baya oscuros balsámicos y especias, mayor estructura y opulencia. El vino tiene matices ahumados a tonos de madera, balsámicos, laurel, especias y regaliz redondean la ecuación. De tanions dulces es equilibrado en boca.
Una pasión por la cultura del vino y el chocolate, y un convencimiento sobre su buena armonía dieron pie a un maridaje único, el de Cacao Di Vine, que en una singular línea de chocolates artesanales de vino, encierra en cacao la fragrancia comestible de los matices que tienen los vinos de diversos estilos de vino y castas de uva de Portugal, con añada.
Los chocolates se elaboran con 70% cacao, fusionado orígenes de Ecuador, Costa de Marfil y São Tomé, vienen en diversos sabores y están empacados en corcho portugués, aprovechando las aptitudes térmicas de este material.
Los chocolates se agrupan en colecciones, infusionados con vinos como los de la touriga nacional, la cabernet sauvignon o la tinta roriz de cosechas diversas. Otra colección es la de vinos fortificados, como los de moscatel, Oporto Ruby o Madeira. Los Wine Bites hacen acopio de bombones de chocolate muy finos rellenos con opciones de los mejores vinos monovarietales y fortificados. Del conjunto quizás los más logrados son los chocolates de vino espumoso, que revelan notas frescas de frutas rojas con chispa y buena acidez.
Estos chocolates de vino espumante se elaboran con espumosos de la región de Bairrada, famosa por este estilo de vinos, y su uva emblema, la tinta baga. Cacao Divine emplea vinos de Porto Cruz, Moscatel de Setúbal de Jose Maria da Fonseca o Madeira Barbeito, para infusionar con su sabor vínico las elaboraciones chocolatosas dedicadas a Oporto, Moscatel (de Setúbal) y Madeira.
La región demarcada Douro se encuentra en Trás-os-Montes, al noroeste de Portugal, en la cuenca hidrográfica del río del mismo nombre. Al Douro lo rodean montañas que lo protegen y le confieren características climáticas muy particulares, como amplitudes térmicas marcadas entre día y noche, inviernos muy fríos y veranos muy secos y calientes.
Las viñas están plantadas de tres formas: socalcos o bancales, patamares o vinhas ao alto. Parte importante de la producción de vid se encuentra en manos de pequeños productores con minifundios de menos de una hectárea de extensión.
Los suelos son mayormente pizarrosos, aunque hay partes graníticas, y en menor escala, calcáreas. Pero quizás más importante son las características topográficas que imponen retos y que hacen al Douro una región única en el mundo.
Trás-os-Montes tiene muchos microclimas definidos por variaciones de altitud, temperatura, declive de los terrenos, pluviometría y exposición a la luz solar. Por su parte, la orografía, determinada por el curso del río, tiene un mayor impacto que en otras zonas, por lo que la orientación hacia los puntos cardinales en que se siembran las viñas varía, permitiendo zonas óptimas de cultivo para cada tipo de vid, conforme la luz, los vientos y las temperaturas. La riqueza de terroirs y de castas, es decir, cepas, hace de Portugal uno de los lugares productores más interesantes y completos para la elaboración de vinos.
La presión en los oídos avisa que empieza la curveada ruta de ascenso en transición del vinho verde al vino maduro del Douro. Entre nieblas y verde se va revelando un sendero de altitudes, pendientes, hasta que desde la altura se empieza a revelar el río.
Del gris plateado de las nieblas emerge el sol que calienta los socalcos de piedra que pintan las laderas de viña, y dora al río que se vuelve un espejo dorado que en un acto de magia tiñe de tinto el sabor de las viñas de ese magnífico territorio de vinos que es el Douro, la espina dorsal del vino portugués.
Del amanecer al atardecer, el sol de frente emprende en España un rumbo al Atlántico para desembocar con el río. Cuentan que antaño fue indómito y menos navegable y que intentando transportar por él el vino hasta Vila Nova de Gaia, muchos murieron entre la fiereza de sus aguas.
A lo largo de cientos de kilómetros, atravesando el norte de Portugal, río y montañas construyen un horizonte imponente, con la magnificencia de agua, uvas y montes, llenos de contrastes de color, en los que cada ladera es un rompecabezas de orientaciones al sol armando una orquesta de microclimas.
Entre Régua y Pinhão cada curva del río abre un nuevo secreto del Douro. Entre capillas colgando de las viñas y los olivos que se entremezclan con ellas, reflejando como espejo los tonos del sol, aparece la Quinta do Seixo, la casa de Sandeman.
Los Sandeman remontan su origen al siglo XVIII cuando en 1790 el escocés George Sandeman, fundó en Londres un negocio de vinos para mercadear los de Oporto y Jerez. En 1814, Sandeman tomó posesión de la bodega Sandeman en Vila Nova de Gaia, y a partir de ahí convirtió a la empresa en una verdadera pionera del sector. Ya a fines del siglo XIX fue una de las primeras marcas comerciales registradas en el mundo, una de las primeras en hacer publicidad a sus vinos, una de las primeras firmas en embotellarlos y rotularlos, que desde entonces ya exportaba por todo el mundo, la creadora en la década del 1960 del Porto Tonic, un cóctel de rabiosa actualidad, y la propulsora de los food and Porto pairings en 1982.
Para ello, en 1928 la empresa escogió un emblema, una silueta negra que fundía lo mejor de sus dos mundos de vino, con capa portuguesa de estudiante y sombrero español jerezano, levantando una copa. Fue la génesis del Don de Sandeman.
Es el “Don” quien da la bienvenida a la Quinta do Seixo, origen de los fortificados de Sandeman, que en este recinto cercano a Pinhão concentra una vocación exclusiva por los vinos de Oporto. La casa recuerda las villas toscanas, aunque el paisaje en vertical y horizontal de viñas sobre roca maciza marca distancias del mapa de viñas de ese territorio italiano. En lo alto ruge el viento entremezclándose entre las uvas, los olivos, el huerto mediterráneo y hierbas aromáticas como el romero o la lavanda perfumada que abunda en la extensísima viña plagada de cipreses, casi abrazada con el río y el horizonte, casi sin fin.
Repleta está también la villa en su parte interior de lagares, que ocupan un gran salón en el que en vendimia se interpretan los ritmos del Douro. Antes, con trabajadores que pisaban la uva sincronizadamente como un ballet, y ahora con una máquina que facilita el trabajo, entretejiendo y enlazando mostos que se procesan ahí y luego, a la antigua usanza, envejecen a la vera del río en Vilanova de Gaia.
Es allí, en Gaia, que se encuentra el alma mater de la enseña de la casa, los tawnies viejos, en cuya elaboración Sandeman es, sin duda, una de las bodegas más sobresalientes. Bajo el cuidado de Luis Sottomayor, enólogo, guardián del pasado para el futuro, en Sandeman hay tawnies con más de siglo y medio de edad, gracias a una notable despensa de 10 mil pipas creadas a mediados del siglo XIX.
Precisamente para exponer con esplendor esos tawnies majestuosos que son una de las especialidades de la bodega, la séptima generación familiar representada en George Sandeman, apareció fulgurante en Essência Porto para dar a degustar sus tesoros en copa.
Con humor, sapiencia y toda una introducción cinematográfica que se bifurcaba entre la guerra de las galaxias y el Zorro, Sandeman resumió algunos de los hitos de la empresa como prólogo a una excepcional cata de tawnies de 10, 20, 30 y 40 años, categorías en los que los de su casa figuran siempre entre los más premiados. Un repaso detallado, que sirvió para introducir el singular Sandeman Cask 33 y permitió además constatar cómo favorece a estos fortificados añejos su servicio en copa más grande, una tendencia que Sandeman indicó está comenzando a propulsarse en el mundo del Oporto.
Sandeman Imperial Reserve Tawny
Ensamblaje de touriga franca, touriga nacional, tinta barroca, tinta roriz, tinta amarela y tinta cão. El vino envejeció por entre seis a siete años. De color ámbar brillante, este Imperial tuvo matices aromáticos en la línea de avellanas, guinda en licor y delicada vainilla. En boca fue muy afrutado, fino, profundo y muy persistente.
Sandeman 10 yr. Old Tawny
Ensamblaje de touriga franca, tinta roriz, tinta amarela, tinta barroca, tinta cão. De ribetes amarillentos, su bouquet fue revelando su mayor edad con notas a guinda, higo, marcada almendra tostada, pasas, vainilla, envolvente toffee y tabaco. Jugoso en boca, su pase por el paladar dejó una sensación de almendras tostadas en un vino que destacó por su elegancia y sedosidad.
Sandeman 20 yr. Old Tawny
Ensamblaje de touriga franca, tinta roriz, tinta amarela, tinta barroca y tinta cão. El más equilibrado del conjunto, en opinión de Sandeman, este vino reveló aromas ricos en frutos secos y especias finas, fusionadas con puntos de orejón, caramelo, vainilla, guinda en licor, higo, café colado y toffees. En boca destacó por su elegancia y sus recuerdos a miel, frutos secos, vainilla y caramelo. En copa más pequeña se resaltan notas cítricas a limón y naranja, frutos algo rojos y mucho frescor en nariz. En boca es sedoso, muy envolvente, elegante, con un final a frutos secos y avellanas, con mucha persistencia en boca.
Sandeman 30 yr. Old Tawny
Ensamblaje de touriga franca, tinta roriz, tinta amarela, tinta barroca y tinta cão. Sandeman sobresale en sus tawnies de 30 años, como éste, rico en matices y de un intenso color cobrizo. En nariz cautivó su plétora de naranja, sus recuerdos a maní muy tostado y profuso higo que desembocaron en una boca muy especiada y tostada, un baile entre almendra y avellana e intensa miel que se fundieron de forma envolvente en paladar con profundos recuerdos a melotocón seco, avellanas y vainilla, permaneciendo con gran persistencia.
Sandeman 40 yr. Old Tawny
Ensamblaje de touriga franca, tinta roriz, tinta amarela, tinta barroca y tinta cão. Abundante naranja en nariz seguida por recuerdos a toffee y mucha almendra, en boca es menos vivaz, con tonos más dulzones a vainilla, orejón y frutos secos que terminan en un retrogusto especiado.
Sandeman Cask 33
Un vino muy viejo y conmemorativo concebido para el aniversario de la casa, para el cual incluso se creó una botella hecha a mano, inspirada en el modelo inglés del siglo XVIII y que es una verdadera pieza histórica de la cual sólo se elaboraron 685 botellas.
Según explicó Sandeman, el vino procede de una pipa única, de excepción, que formó parte de un lote de 40 pipas que se creó alrededor de 1960 con vinos viejos de más de medio siglo. Envejecido por décadas en perfectas condiciones, a esta pipa se le identificó como de excepción por su complejidad y armonía superior.
Su singularidad se delineó por una nariz con abundancia de matices explayados en una caravana de naranja, almendra, vainilla, toffee, avellana, especias como la pimienta, el jengibre o la nuez moscada y recuerdos a caja de tabaco. Esta complejidad se replicó en boca con extrema finura, con un pase que empezó discreto y envolvente y prosiguió directo, con cada vez mayor finura, gran largura y persistencia.
Sandeman concluyó su presentación mostrando también la aptitud de los tawnies como ingrediente de cócteles, para lo cual sirvió un Sandeman Royal, un trago hecho con Sandeman 20 Yr. Tawny, Whisky Single Malt y cáscara de naranja. El bodeguero mencionó que a pesar de parecer una moda reciente, el uso de vinos de Oporto en cócteles data de bastante atrás con ejemplos como el St. Charles Punch.
Aunque los tawnies, que armonizan bien con postres de caramelo, son su enseña, Sandeman es más que tawnies. La cata se prolonga entre Oporto y la Quinta, donde con el ensoñadora vista inspirando de frente se degustan otros vinos de la casa más jóvenes y de otros estilos, y en copa más pequeña que la empleada para los tawnies en su Essência, un formato que marca una importante distinción en la expresión del vino, que vierte su paisaje literalmente en copa.
Un Porto Branco, seco, fácil de trago con recuerdos a zumo de manzana y maní, y una textura grasa y envolvente. Otro Sandeman Founder’s Reserve Ruby Reserva, con cinco años de añejamiento y que se también fue fácil de trago, y se aproximó más a las sensaciones del vino tinto tranquilo, con frambuesas, notas de crianza, taninos firmes y un fin especiado. Sandeman LBV 2009, con tonos más acompotados, una textura más densa, con tonos tostados y lácteos, y un fin almendrado, especiado y muy afrutado. Vau Vintage 2011, un vintage que nace en Quinta Vau, cerca de la Quinta do Seixo, y que fue concebido para consumirse más joven. De estreno menos expresivo en nariz, luego fue revelando recuerdos a ciruela, muchas especias, canela picante, caramelo, almendras tostadas y tonos a chocolate en un paso por boca carnoso, largo y con mucha fruta. Imperial Reserva Tawny 7 yr., con más aromas a pasa, higo, frutos secos, en boca fue salino, sedoso y afrutado.
¿Sabías que el vino de Oporto también tiene su día? Anótalo en la agenda: 10 de septiembre.
Quizás en alguna leyenda desconocida el Rey Midas tuvo sed del dios Baco y deseoso de beber de su copa decidió tocar un río de vino para convertirlo en oro y también hacerlo un poco suyo. Hizo así que el sol se deslizara por montes y bancales para mirarse en sus aguas, logrando que el Douro portugués refulgiera como el oro con preciados quilates de vino.
El río “de ouro” atraviesa de este a oeste Portugal, vertebrando al Douro, probablemente la zona de vinos más imponente del mundo, con una incomparable escenografía de terrazas que discurre a su vera y una historia humana y cultural que no sólo se circunscribe al fruto de la vid. De esos paisajes enmudecedores labrados con heroicidad entre el verde del monte y sus suelos de pizarra, pintados con pinceladas de sol, quintas, iglesias y caminos que serpentean con altitud, nacen algunos de los vinos más sublimes del mundo, un ejercicio con historia milenaria que incluso en 2001 logró que la UNESCO declarara al Alto Douro Vinhateiro, patrimonio de la humanidad.
Ubicado céntricamente en la carretera principal de Régua, junto al río Douro, el Museo cuenta con exposiciones permanentes y temporeras que no se circunscriben al vino, sino que abarcan otros aspectos señeros de la región, como son el cultivo de olivos y la producción de aceite, o la generación hidroeléctrica, y abrazan desde piezas con valor arqueológico a las más contemporáneas.
El Museo se distribuye en dos niveles de exposición que exploran el contexto que precede a la elaboración del vino y al que le sucede una vez se ha embotellado. Espíritu, del hombre y del vino, se funde con muestras del patrimonio natural que repasa aspectos como los singulares suelos de la región, el clima, o los lagares, ingredientes esenciales en la silueta del vino. Hay piezas de arte rupestre y también mapas antiguos originales, como los del Barón de Forrester, un historiador, periodista y zoólogo del siglo XIX, quien señaló en ellos tanto los puntos negros para la navegación por el río como las capillas y miradores de la región. De los bueyes al high-tech, se pasa por muestras de aperos de labranza, algunas de las cepas de vid del rico patrimonio portugués de castas, y explicaciones sobre el ciclo vegetativo de la uva o la construcción de los rabelos en que se transportaba el vino por el Douro, un viaje del que el visitante casi puede sentirse parte gracias a muchos audiovisuales que recuperan capítulos de la historia del Douro desde inicios del siglo XX.
El segundo nivel explora al producto terminado, con reproducción de aromas, una exhibición de botellas, o aspectos más comerciales como etiquetas antiguas, cajas o carteles publicitarios, pues numerosas bodegas de esta región que produce magníficos vinos, tanto tranquilos como fortificados, apoyan al Museo.
Además de las permanentes, en el Museo se realizan exhibiciones temporeras, como la exitosa muestra histórica sobre dona Antónia Adelaide Ferreira, la Ferreirinha, la gran dama del Douro y una de las empresarias más influyentes en el desarrollo de esta región vitivinícola.
Como complemento a estas muestras, en niveles superiores el Museo del Douro cuenta con un moderno wine bar con vistas al río, donde los visitantes pueden relajarse y deleitarse mientras descubren nuevas etiquetas, así como una sala de catas. Hay también un restaurante que funciona mediante reserva, y una tienda donde adquirir vinos, recordatorios y otros menos conocidos productos del Douro como sus aceites de oliva, sus deliciosas almendras y suculentas mermeladas de tomate.
Su céntrica ubicación le hace también una buena plataforma para escaparse por la ciudad y conocer parte de su historia o disfrutar de los sabores cotidianos de la cocina portuguesa en las numerosas casas de comida de los alrededores.
¿Cómo llegar?: Además de por carretera, a Régua se llega en tren desde Oporto. El Museo ubica a menos de quince minutos caminando desde la estación.
Horarios: El Museo abre de 10 am a 6 pm, todos los días del año a excepción de Navidad, Año Nuevo y el 1ro de mayo.
Partes de este texto publicaron originalmente en la revista De Viaje.
Vinhos Verdes
Muros Antiguos Loureiro Escolha 2014
Anselmo Mendes es tan maestro de la alvarinho como de la loureiro, una cepa aromática que este vino refleja a la perfección. En nariz es un vino aromático y muy fresco, con notas balsámicas y a eucalipto, recuerdos de manzana y un fin de jengibre. En boca es muy fresco, con chispa, excelente acidez y un fin salino.
Quinta da Palmirinha 2013
Fernando Paiva es uno de los pioneros de la viticultura biodinámica en Portugal, con un objetivo de buscar equilibrio y conexión de elementos en el vino. Este vino biodinámico con certificación Demeter es de color dorado intenso como el sol naranja. En nariz tiene tonos cítricos, con abundantes recuerdos de anís, cáscara de naranja, membrillo, y un punto cremoso a leche quemada que recuerda al flan. Su boca es fresca y chispeante con muy buena acidez, mucha fruta y matices salinos.
Douro DOC
Dialogo 2013
Vino entrante de ese gran productos que es Dirk Niepoort, este Dialogo es prolífico en aromas con recuerdos muy afrutados de cereza madura, frambuesa jugosa, laurel, lavanda, enebro, pimienta negra, y deliciosos tostados por los que se cuela algo de incienso. En boca es muy fresco y jugoso, de trago fácil a pesar de tener una pizca secante al final y, tanto o más importante, un precio imbatible.
Luis Seabra Xisto Limitado 2014
La más nueva etiqueta de un joven proyecto de vinos que ya cautiva por sus otras etiquetas del Douro y la región de los Vinhos Verdes. Este Xisto Limitado tiene gran densidad frutal en nariz con recuerdos a frambuesas jugosas, ahumados, tomillo, aceite de oliva, especias y torrefactos. Por contraste, toda esa densidad y cornucopia de matices contrasta con su fácil trago, una buena estructura aunque mucho más ligera, y un pase por boca fino.
Meruge 2013
Lo interesante de este vino es ser fusión de uvas procedentes de viñas nuevas y viñas viejas en un ensamblaje primordialmente de Tinta Roriz y otras variedades portuguesas en un estilo que ubica este tinto del Douro por una línea de frescura y estructura inclinada a la de los Pinot Noir borgoñones. Un tinto delicioso y elegante de Lavradores de Feitoria, un grupo de 15 productores con viña repartida por los mejores terrenos del Douro.
Vales Dona Amélia 2012
Un secreto bien guardado del Douro Superior, quizás la zona más próxima en perfil a los vinos del Duero español, Gerações de Xisto es un proyecto joven, que nace del compromiso con la naturaleza y el territorio de dos familias que elaboran vino y aceite. El vino honra a Lucinda Amélia da Silva de Sousa Grandão, matriarca cuyas enseñanzas y tesón han servido de inspiración a los creadores del proyecto del que nace este vino con un bouquet bien complejo. En nariz es una plétora de fruta, con recuerdos a guindas, cassis y frambuesa, sazón de pimienta, y vainillas que aparecen para luego dar paso a tonos balsámicos y chocolate, marcadas especias a canela, y tonos de jarabe de frutas y caramelos. En boca es fino y aterciopelado, con raza y sentido de origen. Apenas 1000 botellas en esta cosecha, su primera edición.
Bairrada
Frei João 1990. Caves São João. Bairrada. Touriga Nacional, Baga, Cabernet Sauvignon
Un tinto que recuerda los vinos viejos de Burdeos. Longevo, con apenas 12% alcohol, el vino tiene ribetes color teja y en nariz muestra una abundante guinda en licor, con un velo de vainilla, caramelo, una pizca de canela, algún punto ahumado y un escueto tufo de reducción. En boca se mantiene vivo, aunque no pletórico de fruta, con un acidez bastante buena en boca donde es sedoso, con taninos muy dulces, y muestra una buena evolución, aún con potencial de perdurar.
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Dão
Quinta do Escudial Colheita Selecionada 2010
Construcción de touriga nacional, alfrocheiro, jaén (mencía) y tinta roriz (tempranillo), cultivadas en terreno granítico de encosta. El vino se prensa en lagar, luego de someterse a una maceración prolongada. En nariz revela mucha frambuesa y cassis, tonos de café, especias, enebro, recuerdos balsámicos a regaliz, trufa negra, grafito, notas florales a violeta. Un vino que no tiene contacto con la madera y que en boca es fresco y estructurado, algo especiado en la punta de la lengua y que es una excelente armonía con chocolate.
Porta dos Cavaleiros 1979. Caves São João.
Impresionante el potencial de sobrevivencia de este blanco bien añejo con apenas 12 % de alcohol. Intenso color amarillo anaranjado, en nariz revela tonos amelocotonados y de membrillo, con mucha fruta de hueso, flores, talco y un punto de oxidación. En boca es untuoso, con buena estructura y aún un punto de acidez. Envolvente en boca, tiene un final persistente con notas almendradas.
Lisboa (IG)
Quinta da Serradinha 2014. António Marques da Cruz – Leiria.
Un blanco biológico, con control Eccocert, ensamblado con 75% arinto y un 25% Fernando Pires de intenso dorado. El vino muestra un punto de turbidez y en nariz refleja algún tono a goma, aunque es afrutado y meloso, con recuerdos a miel y piña. De excelente acidez en boca tiene un punto de oxidación y es untuoso en el paladar, donde se percibe muy natural. Longeva bodega que embotella desde 1890.
Fossil. Vale da Capucha. CRV Lisboa 2013 (Blanco)
Arinto, gouveio y Fernão Pires se funden en este delicioso blanco de color dorado que ni se filtra ni se clarifica. Aromas a mermelada de piña y anís, con puntos de almendra. En boca el vino es untuoso en el paladar, con chispa y elevada acidez.
Por las tierras que comandan aparecen casas indianas en el paisaje y se enlazan los ríos Mendo y el Mandeo, que atraviesa Betanzos y desemboca en su ría. Este pueblo coruñés es uno de los lugares más septentrionales de España donde se elabora vino.
Ellos se llaman Conexión Mandeo, pero en realidad son un Comando B. Un Comando de Betanzos un Comando de la Blanco Lexítimo que es la variedad blanca de uva que se cultiva por allí, y un Comando bueno, por su compromiso de darle un giro en positivo al trabajo vitivinícola que se realiza en la región.
De la producción de vino en Betanzos, un pueblo de entre 12 y 15 mil habitantes, se dice que hay referencias desde 1317, aunque se presume que ya había vino desde antes. Se dice que hasta embarcó a América para consumirlo a bordo de los navíos y que en la zona llegó a haber más de mil hectáreas de viña, que sucumbieron en el siglo XIX a plagas como el mildiu, el oídio o la filoxera, que propició la entrada de variedades foráneas en el siglo XX para recuperar las viñas.
Poco a poco empezó a retomarse la elaboración, primordialmente para consumo muy local, que a mediados de siglo entre el 1950 y 60 alcanzó un apogeo como vino del país. La limitada producción se consumía casi toda en las propias pequeñas bodegas que le elaboraban, algunas abiertas para la venta, y otras para que la gente llevara su comida y se sentara allí a consumir el vino de casa. Un ejercicio que comenzaba en noviembre, poco después de la vendimia y se extendía hasta la primavera, cuando se agotaba el vino, aunque si la cosecha había sido abundante era posible que alguna abrieran hasta el verano. Una hoja de laurel a la entrada de las bodegas marcaba los lugares de consumo, pues el laurel hacía las veces de una identificación fiscal, una evidencia de que el local tenía licencia para abrir y vender vino.
Pero el panorama empezó a cambiar a partir del 2000 cuando se aprobó la indicación geográfica protegida (IGP) Vino de la Tierra de Betanzos, lo que representó no sólo una apuesta por potenciar la elaboración, mejorando la calidad y la comercialización, sino también una recuperación de cepas tradicionales de la región, como la blanco lexítimo (albarín blanco), que se fue replantando a lo largo de este tiempo, cobrando valor legal en 2011 cuando ésta se admitió formalmente al Registro de Variedades Comerciales en España, adquiriendo así personalidad jurídica y derecho a poder indicarse como variedad en las etiquetas de sus vinos. Esto demarcó una nueva era para los vinos de Betanzos, una etapa pintada mayormente en variedades blancas, que son las que más favorece el clima para la elaboración de vinos de calidad.
Betanzos es también una zona productora de lúpulo, ingrediente esencial en la cerveza.
De aquellas mil hectáreas de antaño ahora hay apenas unas 30 plantadas, de las cuales sólo una decena está amparada en la indicación geográfica. Puede casi decirse que Betanzos es un pueblo con viña, pues las del pueblo se esparcen por un entorno de laderas de no más de dos kilómetros de su centro histórico. Por ellas aparecen cepas de blanco lexítimo, una variedad poco fértil, de ciclo corto y buena maduración, pero también otras como la godello y la agudelo (chenin blanc), o tintas como la mencía, la caíño, o la alicante bouschet. De éstas y otras se elaboran blancos, tintos y claretes, aunque estos últimos son más bien para consumo popular.
Dicen que en la zona de Armea está la mejor viña. Quizás por ello es que Bodegas Beade, una de las pocas bodegas que tiene la indicación geográfica, tomó el nombre de ese lugar para designar sus Ribeiras de Armea, unos vinos de familia hechos de modo diverso por dos generaciones, y que en la actual, parte de la Conexión Mandeo, está marcando una pauta que levanta la bandera de Betanzos como una zona productora que probablemente dará que hablar más pronto que tarde.
José Beade viene de una familia de bodegueros. En 2013 empezó a involucrarse en Riberas del Armea, el proyecto de su abuelo y en el 2014 realizó su primera elaboración propia. Ricardo Rilo Pérez, otro de la Conexión, también tiene en Bodegas Rilo su herencia de vino y vid. Ángel Pedreira es fisioterapeuta, Juan Naveira es un experimentado viticultor, y Pablo Coroas, ingeniero forestal. La afición al vino y la viticultura los fue juntando en cursos de viticultura a los que asistían, hasta armar un pentágono de talentos y compromiso que da pie a este proyecto promisorio al que se entregan como segunda piel, en un admirable espíritu colectivo de equipo de trabajo que comparte sin fronteras lo individual, y lo convierte en algo de todos. Es tal vez ese sentimiento comprometido y generoso lo que más caracteriza a la Conexión Mandeo, que ha hecho de la búsqueda de viñas viejas para reinjertar y recuperar el blanco lexítimo uno de los nortes de su esfuerzo.
Entre el Mendo y el Mandeo
El pueblo de Betanzos bifurca las viñas en dirección a los ríos Mendo y Mandeo, que rigen la conexión de vinos. Hacia la zona del Mendo estrechas carreteras serpentean o ascienden hacia las viñas, que cada uno de los integrantes de Conexión Mandeo siente como propias aunque no sean de su posesión.
Su filosofía de cultivo es ser lo más respetuosos posible con la viña. Intentan no emplear herbicidas, ni fertilizantes, ni aplicar tratamientos invasivos, aunque son conscientes de que la extensión aún limitada de las viñas les obliga en ocasiones a tomar otras medidas cuando atacan algunos hongos o enfermedades, a fin de proteger al máximo la producción de uva. Con el fin de seguir esa apuesta por lo autóctono y auténtico en su ejercicio de reconvertir las viñas, este año plantaron variedades como la merenzao (conocida en la zona como roibal), algunas procedentes de cepas muy viejas, casi centenarias, y algunas incluso pre-filoxéricas, pues era de cultivo ancestral en Betanzos.
Dando ejemplo de ese esfuerzo, en Bancales de O Marulo está Angel, trabajando como duende dentro en un bosque encantando. Es lo que recuerda la entrada a la viña, un bosque encantado y escondido, de suelo más superficial y piedra esquistosa donde hay plantada agudelo, una cepa a la que le cuesta madurar, y algo de blanco lexítimo. Las cepas se conducen en espaldera, porque permiten jugar mejor con las hojas para la exposición o protección de los racimos al sol. Es su día libre como fisioterapeuta y lo dedica a la viña, su verdadera pasión.
En el lado del Mendo y rozando una iglesia de piedra está también La Peregrina, la finca más grande de Betanzos, con una pendiente de casi dos hectáreas donde hay godello y blanco lexítimo. Y también la Loureiros, una viña secreta a la que se llega por un túnel, y entre cuyos suelos de arcilla y pizarra, siempre con cubierta vegetal, habitan las cepas más viejas de blanco lexítimo de la comarca, con unas cuatro décadas de edad, duplicando el promedio de las de la zona. Allí hay también agudelo que aporta estabilidad útil para envejecer el vino, y se emplea para mezclas, aunque este año los Mandeo se arriesgaron a elaborar un monovarietal con ella. Son fincas en pendiente, con buen drenaje y exposición al sol, de las que salen vinos aromáticos y elegantes, aunque la madurez cueste un poco y en general la acidez sea más marcada que en otros blancos. Las viñas se vendimian habitualmente entre fines de septiembre e inicios de octubre, aunque las añadas, que marcan mucho el perfil de los vinos atlánticos, varían bastante, lo que hace que los vinos y su elaboración sean muy interesantes.