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El buen gusto de Lalique

 

 

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Aunque por casi un siglo ha ido superándose con la estética exquisita de sus botellas y la escogida sinergia entre bebidas con historia y su perfil de lujo, la barrica en cristal que creó para el Sauternes conmemorativo del cuarto centenario de Château Lafaurie-Peyraguey encumbró a Lalique al non plus ultra en el mundo del vino en 2019.

Algunos meses antes su arte acristalado ya había roto récords en Hong Kong, una marca que volvió a batirse este marzo al pagarse unos 135 mil dólares   ---el precio más alto jamás pagado en subasta por un vino de Oporto---  por un Vintage de 1863 que la reputada casa portuguesa Niepoort escogió embotellar de manera excepcional en decantadores creados por Lalique. Cinco ejemplares con silueta de damajuana, como las que esta bodega emplea para envejecer sus vinos y como la damajuana en que ese Vintage 1863 se vertió en 1905 para proseguir su envejecimiento a través de varias generaciones, atestiguando el dilatado saber y quehacer de los Niepoort en una oda al pasado y al porvenir.

Con Niepoort, Lalique comparte una historia dinástica que, en el caso de la cristalera, comenzó a forjarse a fines del siglo XIX cuando René Lalique empezó a diseñar joyas revolucionarias que condimentó con materiales innovadores como el vidrio y el esmalte, haciéndoles protagonistas de una creatividad no circunscrita a las piedras preciosas. Un estilo que a inicios del siglo XX le consagró como padre de la joyería moderna con un talento codiciado por ricos y famosos.

No tardaría mucho aquel maestro joyero en encaminar su ruta por la del vidrio, estableciendo su fábrica en Alsacia en 1921. Así, joyas y cristal comenzaron a convivir, y pronto los perfumistas llamarían a la puerta de René para concebir botellas majestuosas para perfumes de leyenda, con tanto éxito que Lalique determinó enfocarse en la cristalería y aparcar el arte de las joyas.

Su soberbio manejo del cristal encumbró a Lalique con técnicas que gestaron un estilo distintivo que contraponía lo transparente con lo escarchado, ocasionalmente con presencia de vitrales.

El romance de Lalique con el vino y las bebidas iniciaría en la década de 1920 cuando comenzó a diseñar botellas excepcionales para bebidas extraordinarias, delineando sinergias de glamour y destreza a las que luego se unió una vasta selección de decantadores, copas y otros utensilios para disfrutar del vino empleando técnicas revolucionarias en manejo del vidrio y el cristal que hoy forman parte de la tradición Lalique y se han empleado en muchos de esos envases de postín en que la caricia transparente del cristal revela el alma del vino, sumando nuevas sensaciones al consumidor.

A la hora de crear un recipiente para un destilado o vino fino Lalique persigue que este objeto reproduzca símbolos de los vinos y destilados de alta gama y el respeto por sus valores, su cultura y códigos, además de su sentido de autenticidad, respondiendo a las exigencias, deseos y restricciones de las empresas para las que diseña.

Con el crítico James Suckling creó una copa polivalente, apta para catar cualquier tipo de vino de mesa. Para Peugeot Saveurs hizo molinillos de sal y pimienta. Diseñó copas y jarras para el mítico Château d’Yquem, botellas para el bordelés Château Péby Faugères, el Clos Saint-Odile de la bodega alsaciana Pierre Sparr, Beluga Vodka, Grand Marnier y para Hardy envasó un coñac nacido antes de la Primera Guerra Mundial. En 2015 Lalique estrenó alianza con Tequila Patrón y en 2005 lo hizo con el single malt The Macallan, para el cual ha desarrollado una colección de botellas exquisitas para varios whiskies muy añejos que también han roto récords en subastas.

Pero ha sido esa barrica de cristal que reluce como un sol de Sauternes en capilla la que ha roto moldes y no ha dejado a nadie indiferente. Se trata de una réplica en cristal de una barrica de 225 litros, concebida para contener el Château Lafaurie-Peyraguey 2013, vino conmemorativo del 400mo aniversario de este Premier Grand Cru Classé de Sauternes, una bodega propiedad de Silvio Denz, poseedor de varias y Director de Lalique desde que su empresa Ars & Fragrance la adquiriera en 2008.

Dos años tardó en completarse esta barrica de cristal en la que se emplearon una docena de técnicas artesanales, como la fundición con cera perdida, practicada por el propio René Lalique en la década de 1930, para la cual se hicieron moldes de yeso de un solo uso, en lugar de los tradicionales moldes de hierro, requriendo una alta destreza en su manejo.

La barrica se destaca por llevar grabada la imagen de «Mujer y uvas» que Lalique creó en 1928 para los vagones de primera clase del Pullman Express de la Costa Azul francesa y que ya se habían introducido en las botellas del Château elaboradas a partir de 2013, la primera añada tras su adquisición por Denz. Un emblema en que se empleó la técnica de escarchado «satinage», también muy empleada por el artista del cristal, y que permite un importante juego de luces, que se reproduce en las botellas que Lalique también creó para envasar ese vino.

Tras crearla, Lalique llevó directamente la barrica de cristal a la bodega, ayudando en el montaje para su exposición. Allí, artistas de Lalique colaboraron con el equipo enológico del Château en el cuidadoso llenado de la barrica para evitar cualquier impacto involuntario.

La barrica de cristal se rellenó con 300 botellas del vino terminado, un contenido que podrá permanecer en ella por décadas. De llegar a consumirse el vino la barrica podrá limpiarse y reutilizarse con lo que Lalique la definió como la única barrica eterna creada en la industria de vinos finos. 

Ya en 2018 Lalique y Château Lafaurie-Peyraguey se fundieron en una relación que llevó a la creación en el Château del hotel restaurante Lalique, un Relais & Châteaux donde convergen los mundos del vino, el cristal, la gastronomía y la hospitalidad en Sauternes. En septiembre de ese mismo año Lalique también abrió en Burdeos una boutique donde amalgama los mundos del cristal y el vino con una tienda y exhibición de todos los objetos de Lalique asociados al mundo del vino.

Lalique continuará desarrollando asociaciones con marcas de alta gama para crear botellas inusuales, beneficiándose de la pericia y el savoir-faire de los dos partenaires que trabajen unidos. Denz, propietario y Director General de Lalique posee varias bodegas y desea labrar vínculos entre los universos del cristal, el vino, el arte y la hospitalidad para crear emociones y experiencias, fundiendo el arte francés de saber vivir, con el de saber hacer.

 

9 de agosto de 2020.  Este artículo publicó en previamente en Magacín.

 

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Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos: AgiSimoes-RetoGuntli y Lalique (C)