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Arribes de Duero: El Hato y el Garabato

 

Fronteriza con el Douro Superior, Arribes de Duero es probablemente el territorio de vino más silvestre de Castilla y León y, por su remota ubicación y topografía agreste, quizás también el más desconocido.

En esa “raya” castellana, esas distancias y retos de acceso han servido como una cúpula protectora a viñas viejas y cepas autóctonas ancestrales, que proyectos como El Hato y el Garabato buscan rescatar y enaltecer para deleitar con sorbos al consumidor.

José Manuel Benéitez es el responsable de la elaboración de estos vinos que rezuman ligereza, frescura y ekegancia, una de las tendencias de vino que quedó diáfanamente definida en Simplesmente Vinho y una trilogía como la que conforma el proyecto, en la que este especialista en ambiente y medio rural, además de enólogo, con amplia experiencia internacional en estas disciplinas, ha unido sus caminos al de su pareja, con un trasfondo profesional similar aunque cambiando enología por comercio internacional, y al de un amigo oriundo del territorio, que se formó fuera y regresó al pueblo para colaborar con ellos en viña y bodega.

El Hato y el Garabato apuesta por el uso de variedades autóctonas locales, viña vieja de entre 80 y 120 años, plantada a entre 500 y 750 metros de altitud y sometida a un clima que pendula entre lo muy mediterráneo y muy continental. La bodega gestiona en ecológico unas diez hectáreas de viñedo de variedades autóctonas y ancestrales.

La bodega elabora varias líneas entre las que se destacan Ecléctico, una gama de vinos monovarietales con uvas locales que persigue expresar el carácter varietal de éstas, y otra gama en la que se juntan todas esas variedades que conviven en parcelas de viña vieja. Son vinos delicados y con gran elegancia, con un perfil de vinos que refleja el tiempo que el enólogo trabajó en la casa portuguesa Niepoort, de la que admite los vinos de El Hato y el Garabato tienen mucha influencia, como bodega española con alma portuguesa y perfil, además de elegantemente niepoortiano, también muy borgoñón. El granito, con su acidez, aporta a la frescura.

La Puesta en Cruz, Rabigato en Portugal y muy afín con el Douro Superior, es una de sus variedades fetiche y cuya recuperación en Castilla y León este proyecto ha sido uno de los que la ha propulsado con notable suceso. Su Ecléctico Lías 2021 fue un vino muy mineral y con una persistencia casi eterna, con una boca untuosa, elaborado en acero inoxidable, con fermentación espontánea y ocho meses de crianza sobre sus lías, que se embotelló sin clarificar ni filtrar. Su Ecléctico Blanco con crianza en roble francés 2021 también tuvo un final salino aunque no tan punzante. Las uvas procedieron del mismo viñedo, sometiéndose a una breve maceración con sus pieles para luego fermentar en barricas pequeñas y permanecer 10 meses en crianza allí.

Los Ecléctico tienen también una versión tinta, con un mencía del norte de la denominación, con lo que su estructura tiene notas de las viñas viejas bercianas. En su añada 2021, este vino mostró un carácter muy varietal, con notas especiadas y un cuerpo ligero y delicado. Este Ecléctico Mencía nació en suelos de granito descompuesto y pasó 10 meses envejeciendo en madera usada.

Otro Cuento 2022 apuesta por la Dona Branca (Malvasía Castellana), reina blanca de los Arribes y otra blancas de viña vieja. Fue más parco en aromas, con menor acidez, pero mucha sensación cítrica. Este vino, que persigue contar cómo es el terruño de Arribes y su dominante granito, fermentó en barrica de 300 litros donde luego permaneció envejeciendo un año.

Tinto también el Cotexa, sobresaliente en su añada 2020. Es un vino que busca retratar al pueblo de Formariz, un lugar en el que la gente no bebía agua, sino sólo vino. Es un vino que ensambla una colección de variedades blancas y tintas que conviven en viña vieja y luego que cofermentan en barrica tras su pisado a pie. Como en el resto de los vinos la fermentación es espontánea con cuidadosos bazuqueos diarios. Cotexa tiene una breve maceración post-fermentativa y luego permanece unos 7 meses en botella antes de salir al mercado. Al descorcharlo aparece un tinto con marcados recuerdos a grosella, muy balsámico y especiado, con una textura untuosa en boca y una óptima integración de la madera.

Redondeando los tintos Sin Blanca, donde domina la Juan García, tinta emblemática de los Arribes, acompañada de otras como la Bruñal o la Rufete, y cuya añada 2019 tiene aún por pulir, y Buena Jera, un vino de parcela plantada por el bisabuelo del enólogo a 780 metros de altitud hace un siglo, y cuyas uvas eran consideradas “variedades malditas”, que se descartaban. Esa parcela tenía algo de arcilla y canto rodado, y en su añada 2020 fue la Juan García la variedad dominante. Los vinos se encuban en depósitos abiertos de plástico, fermentan de forma espontánea y luego envejecen por 14 meses en barricas usadas de roble francés de 225 litros. El sulfuroso es el único aditivo que usa la bodega.

Ribeira Sacra: Mission Wine

 

De California a Londres con paradas en Mendoza, Stellenbosch y en Asturias antes de recalar en la Ribeira Sacra, un jovencísimo Zak Elfman se enamoró de Galicia y de esta tierra de bancales, granito, pizarra, godellos, mencías y otras variedades autóctonas que le permiten hacer vinos muy singulares en una bodega de garaje en la que él es un hombre orquesta componiendo la música del vino.

Ubicada en la subzona de Chantada, más fresca, en Mission Wines se apuesta por la mínima intervención, los pisados a pie, el prensado en cesta, las cofermentaciones de variedades autóctonas en depósitos abiertos, los bazuqueos manuales y la crianza sobre lías, el uso de barricas neutrales de roble francés, con mínimos trasiegos y cero filtración para elaborar vinos artesanales y de muy limitada producción en esa fina frontera entre lo casero y lo profesional, pero siempre perfilados por esa línea de finura y elegancia.

De Ribeira Sacra, aunque desamparado como muchos de la DO Ribeira Sacra, Mission tiene viña propia pero también trabaja con algún viticultor.

Vino de trago largo, su Tres 2022 es una suma de godello y treixadura con gran volumen en boca que busca expresar diferencias entre subzonas de este territorio de vinos a trozos tan agreste como sublime. El Rosa Clara es un delicioso rosado elaborado casi íntegramente de mencía, con mucha fruta, buena estructura y untuosidad en boca.

El Aldea 2022, elaborado en acero inoxidable, grita su suelo granítico con una acidez cítrica y matices muy afrutados y florales, en un vino muy elegante. El granito es también altavoz de Uno 2021.

El tinto Moonrise 2021 mostró matices a abudante clavo y grosella, con un pase por el paladar untuoso, y un fin en boca salino, aunque aún algo tánico.

La bodega está considerando alguna elaboración con la variedad brancellao, la dominante en Ribeira Sacra antes de la filoxera y que ahora se encuentra en proceso de recuperación.

Bierzo: Demencia Wine

 

Con un eje en el corazón berciano de Valtuille y tras un tiempo laborando en la prestigiosa Marqués de Murrieta riojana, Nacho León se afincó en esta tierra leonesa de grandes blancos y tintos e hizo de las cepas de viñedos muy viejos sus grandes aliadas en la andadura demencial de crear un proyecto de vinos que extrajese lo mejor de cada recodo vitícola de esta tierra generosa con godellos y mencías.

De parajes en Villafranca del Bierzo, Valtuille de Abajo, Monte Cotelo y Cabarcos se edifica un proyecto que busca recuperar viñedos viejos y su integración en la agricultura ecológica, creando un esquema sostenible y biodiverso que regenera suelos y, por ende, cepas y la riqueza del patrimonio genético del Bierzo.

Jugando con orientaciones y suelos, Demencia Wine produce unas 15 mil botellas distribuidas en varias líneas, de las que las más destacadas son precisamente Demencia y Pyjama.

Los Pyjama son un tinto y un blanco casi varietales, con la mencía y la godello como grandes protagonistas.

El Pyjama 2021, mayoritamente mencía, se somete a fermentación espontánea y tiene muy poca intervención, apenas un poco de sulforoso al entrar a depósito. Tras la fermentación se remueven las lías muertas y se pasa a barrica donde permanece un breve tiempo. Elaborado con uvas de al menos 60 años, Pyjama mencía es el vino representativo de la viña de Villafranca del Bierzo, un vino de villa con uvas de distintas parcelas dentro del pueblo, para representar el terroir de Villafranca. Su contraparte blanco es un vino de exigua producción.

Los Demencia cuentan con algunos vinos de paraje. El Demencia Fuente San Lázaro 2020 procede de un paraje en Villafranca con viña de 1905, donde domina la mencía, sazonada con algo de blanco. Son suelos muy poco profundos, con orientación sur y muy ventilados, que tras fermentar pasan 24 meses en barrica usada y un invierno en depósito. Matices a grosella, trufa blanca y notas vegetales caracterizaron a este tinto.

El Demencia Paraje Villegas 2020 es un 100% mencía de este lugar en Valtuille de poco más de cinco hectáreas y mucha arena. La viña, plantada en 1940, mira al noroeste y es algo más fresca, dándole el sol de mañana, con una uva que madura muy temprano y a la que hay que estar muy atento en vendimia. Se trata de un tinto super redondo, muy esférico, ateriopelado, elegante y con potencial de guarda. Un tinto afrutado con recuerdos a cereza, especias y alguna nota de hierbas aromáticas. 

Por su parte, el Demencia, también tiene un vino de pueblo, que recoge lo mejor de Villafranca del Bierzo en una propuesta más carnosa y telúrica en su añada 2020. Parte de la uva se fermenta con raspón y tras su trasiego a barrica de roble francés permanece ahí por 22 meses, los primeros de ellos con sus lías finas.

Además de éstos y otros vinos en el Bierzo, Demencia Wine tiene también dos etiquetas de Ribera del Duero en su parte soriana, Taruguín y El Corral de Taruguín, ambos tempranillo con un poco de albillo mayor.

Ribeiro: Son de Arrieiro

 

Xulia Bande se crió viendo a su abuelo cultivar la viña y llevar el vino del Ribeiro en mulas por el mundo. Cuando el hombre se hizo mayor, ella comenzó a ayudarle y poco a poco a engancharse a la viña, tanto, que creó una empresa dedicada a la viticultura, trabajando desde la plantación de cepas, al mantenimiento de la viña o la recolección en la vendimia, lo que le ganó una vastísima experiencia en viticultura y un profundo conocimiento de las vides de la denominación de origen más antigua de Galicia.

Tras ese dilatado quehacer, en 2015 decidió dejar de vender la uva de sus propias viñas para comenzar también a elaborar vino, convirtiéndose en una colleiteira, una pequeña productora que elabora vinos con uvas de aquellas viñas de las que poco a poco fue haciendo acopio, inspirada por la memoria del abuelo. Así nació Son de Arrieiro, un homenaje a la figura del arrieiro, al eco de su voz y la de su abuelo Manuel, uno de ellos, quien transportaba el vino en mulas a donde fueran apreciados los del Ribeiro.

Pequeño proyecto, en cada botella se vierte el saber hacer de generaciones en una colección sobresaliente de propuestas muy personales y con mínima intervención que tienen por epicentro los valles del Miño y el Avia en el Ribeiro. Xulia persigue vinos lo más naturales posibles y que también tengan potencial de guarda, con cultivos biológicos y también algún principio biodinámico.

Sus sones de Arrieiro comienzan con un blanco 2022, ensamblaje de treixadura (90%), lado y loureiro, que complementan la acidez que pierde la treixadura durante la elaboración. Es un vino que transmite gran pureza, muy goloso, frescura, untuosidad y buen volumen en boca.

El Son de Arrieiro con seis años es una nueva referencia tinta que persigue mostrar los matices que aporta la madera con un uso juicioso y un contacto breve. Ésta está muy bien integrada en el vino, con notas minerales a fósforo en un vino más complejo y hecho. Raposeira, Albillo de Avia, Carabuñeira, Ferrón y Castañal son algunas de las variedades en la mezcla.

A Argallada de Xulia es un rosado plurivarietal y muy gastronómico con Caíño Redondo, Caíño da Terra, Brancellao, Sousón y Ferrón en su ensamblaje de vino muy afrutado y floral, salino, largo en boca y muy gastronómico. Un rosado de muy poca producción que se elabora sólo algunos años.

El Son de Arrieiro Tinto 2021 es también un cóctel de variedades que entregan un vino sencillamente espectacular. La uva entra íntegra a bodega, sin prensarse, romperse o estrujarse, entregando un vino super elegante y de cuerpo ligero con muchos recuerdos a fruta escarchada, grosellas, cereza confitada y caramelos de eucalipto, con notable redondez en boca

Amante de los ensamblajes, los monocastas también llaman su atención con una elaboración en proceso de un godello, y el deseo también de elaborar un tinto espadeiro en solitario.

Como parte de ese afecto por la herencia y las raíces, conjuntamente con EVEGA, la viticultora se halla recuperando 17 variedades prefiloxéricas en el Ribeiro.  

Ribeiro: Cume do Avia

 

Proyecto iniciado en 2005, los vinos de Cume do Avia tardaron una década en ver la luz. Son Ribeiros desamparados de la denominación de origen con varias propuestas como Arraiano, en versiones blanca y tinta elaboradas en acero inoxidable. El tinto, mezcla de variedades con importante porción de brancellao, en su añada 2022 fue ligero y goloso, pálido de color y con recuerdos muy balsámicos y especiados a clavo, con algún resquicio aún de tanicidad. Su versión blanca ensambló treixadura, albariño, godello y loureiro en un vino con recuerdos frutales puros a fruta blanca, notas a humo y fósforo.

El Colleita No. 10 es un plurivarietal con versiones blanca y tinta. El tinto se elabora en castaño, siendo el único de la bodega que tiene contacto con la madera. El blanco es plurivarietal con predominio de la treixadura, recuerdos a fruta blanca y fin salino aunque poca garra en copa.

El Branco dos Canotos es el vino más premium del proyecto y busca expresar la cara más atlántica del Ribeiro con ensamblaje de variedades como la albariño, lado, godello y caíño branco, con más expresividad aromática y una boca más estructurada. Notas amieladas, a fruta blanca y melocotón blanco perfilaron su añada 2022.

Iria Otero

 

Tras ejercer como farmacéutica y diplomarse como enóloga, en 2015 Iria Otero emprendió un proyecto personal en el Ribeiro, territorio que considera el más rico de Galicia en cuanto a diversidad de suelos y variedades, lo que permite la creación de una amplia variedad de vinos expresivos de esas singularidades.

Su A Seara Castes Brancas es un plurivarietal blanco de la zona del Avia, que fermenta en hormigón y transmite gran pureza. El A Seara Castes Tintas también es plurivarietal y también fermenta en hormigón tras lo cual pasa algún tiempo con sus lías. En su añada 2022 es un vino mineral, con tonos ahumados, mezcla de frutos rojos a arándanos y cereza, aunque una acidez volátil evidente, aunque sin excesos.

El Alebub es un banco de parcela, pero ensamblaje de treixadura, godello y loureiro. La pureza de la uva se replica en este vino, que casi traslada al mosto a pesar de fermentar en madera. Un vino largo y untuoso en el que aparecen notas a humo y tonos de toffee en un final cítrico.

Teixugo es un plurivarietal tinto con sousón y caíño longo, en un suelo de granito con arcilla y canto rodado. El vino pasa año y medio en fudre de madera.

En su proyecto se utilizan los desechos vegetales como fertilizante, prescindiendo de herbicidas e insecticidas. Recuperan viñas viejas abandonadas y trabajan con botellas de menor peso, tapones de corcho natural y empaques de cartón reciclado.

De cara al cambio climático está haciendo cosas más extractivas, como el Anarka Alacrán 2020, con mucha más fruta, volumen y redondez en boca.

No sólo del Ribeiro vive Iria, que también elabora en el Salnés de la DO Rías Baixas Sacabeiro, un albariño fermentado en depósito de acero inoxidable que luego pasa un año en contacto con sus lías y que en su añada 2022 fue de aromas algo contenidos, pero buen volumen en boca y un fin salino sin estridencias.

 

Niepoort

 

Además de en Portugal, la inquieta casa Niepoort tiene proyectos propios en otros países, como España, donde Dirk Niepoort une esfuerzos con otros productores. Un de los más longevos es Bodegas Guímaro en la DO Ribeira Sacra, donde elabora Ladredo, un tinto ensamblaje de mencía y alicante bouschet que fermenta en madera y luego permanece en ella durante 22 meses. El tiempo ha ayudado a pulir su añada 2018 que se mostró más ligera y sedosa que añadas previas, más estructuradas. Un vino muy fino y elegante.

Además de en Ribeira Sacra, en Navarra Niepoort colabora con Viña Zorzal para crear Nat Cool, un garnacha 100% que pasa un año en depósito de hormigón y tiene por objetivo potenciar los aromas primarios de esta variedad española. Los Nat Cool persiguen ser vinos fáciles de beber y este Nat Cool reveló mucha fruta y pureza, con recuerdos a fresa y grosella, golosidad, facilidad de trago, frescura y un final salino.

 

17 de marzo de 2024. Todos los derechos reservados ©

 

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Sólo una barrica. Apenas basta eso para un despliegue instrumental con el que cada productor busca crear compases celestiales con botellas por instrumentos que, barrica a barrica, van ensamblando una orquesta de la música más intimista del vino ibérico.

Simplemente una barrica para colocar una selección de vinos que retratan proyectos más pequeños y de poca intervención, quizás más intuitivos, probablemente con menos recursos y producciones mucho más limitadas, pero con una vocación que persigue comunicar con transparencia y autenticidad el alma del territorio donde surgen, y la del autor y su historia en el vino.

Simplemente una barrica como escenografía por productor, y muchas barricas con muchos elaboradores que juntos pintan un paisaje que pretende ser singular y con muchos matices, aportando color al gran lienzo del vino de España y Portugal, rico y diverso para beneficio del consumidor.

Una docena de ediciones atrás se estrenaba de forma discreta y bohemia en la ribera portuense del Douro un evento alternativo y original que venía a complementar la gran puesta en escena vinícola que anualmente convertía a Oporto en el destino vino por excelencia con la realización de Essência do Vinho, el mayor evento vinícola portugués. A pasos de ese Palacio da Bolsa, donde acostumbra celebrarse este último evento, se congregaba un puñado de vignerons portugueses para casi en petit comité dar a probar sus obras de arte, tan personales y rotundas que poco a poco se fue corriendo la voz que provocó que ese neonato Simplesmente Vino fuera creciendo y atrayendo como imán a más adeptos de en y fuera de Portugal que, como muchas familias o negocios que crecen, tienen que ir mudándose a espacios más amplios para caber en multitud.

Así, el área de exposiciones de la antigua Aduana de Oporto pronto abriría sus puertas a esa orquesta de botellas y barricas que este 2024 ha reunido en la ciudad invicta a 111 productores más boutique o a las producciones más boutique de productores más grandes de Portugal, España e incluso Georgia, país invitado gracias al renacer de su milenaria cultura vitivinícola. Intérpretes que pueden variar de edición en edición para aportar matices a una misma partitura de singularidad que ha ayudado a redondear el retrato del vino portugués y a sacar del ostracismo a muchas elaboraciones menos aptas para otros foros de difusión.

Aunque los vinos de Portugal son los grandes protagonistas de esta cita anual vinícola, a medida que Simplesmente Vinho ha ido creciendo en dimensión también lo ha ido haciendo la participación de vinos de España, en un testimonio de la necesidad de un diálogo más abierto y continuo entre ambos lados de esa raya fronteriza que divide políticamente en dos una península que tiene mucha geografía, ríos, cultura y, en el caso del vino, muchas variedades de uva que compartir.

Viajes & Vinos fue uno de los medios participantes en la edición 2024 de esta interesante feria que, para facilitar el viaje de vinos del lector, dividiremos en dos capítulos, siendo el primero dedicado a la parte de los proyectos españoles que participaron en Simplesmente Vinho.

Texto: Rosa Maria Gonzalez Lamas. Fotos:Viajes & Vinos (C). Ilustración: Simplesmente Vinho